Resiste Valverde en amarillo

Era la potencial, y, a la vez, imposible -el pasado oculto siempre regresa como una venganza-, imagen del podio del próximo Tour. Cadel Evans, Alejandro Valverde, Alberto Contador, no necesariamente por este orden. Los tres mejores de la Dauphiné Libéré librados a su suerte en la interminable ascensión de La Madeleine, final de la grandiosa trilogía alpina, con Galibier y Croix de Fer, final de la etapa reina. Tres ciclistas distintos, dos duelos diferentes. Un hombre necesitado. Doble duelo hispano-australiano: Evans contra Valverde por la victoria en la Dauphiné, la necesidad inmediata. Evans contra Contador por la victoria en el Tour, la necesidad virtual, psicológica. Doble victoria española.

Valverde afronta con 16s la última etapa para repetir victoria en la Dauphiné Libéré

Salpicando de color los prados alpinos, verdes, mullidos en el calor asfixiante, el futuro que llega, los campeones de la próxima década, el holandés Gesink, el danés Fuglsang, el italiano Nibali, empiezan a descubrir sus límites. Sobre sus ambiciones, los tres del podio dibujan su carrera.

Un hombre de amarillo completo, maillot, culotte, gafas, prendas conquistadas el jueves con un valiente e inesperado ataque lejano en el Mont Ventoux, Valverde. Un hombre de mirada inescrutable, de cerebro convertido en computadora que registra, almacena, procesa, analiza, Contador. Un hombre acelerado, Evans.

Cuando habla, Evans, de 32 años, mantiene el discurso del ciclista maduro que sólo tiene un objetivo, el Tour, del hombre seguro de sus fuerzas que es capaz de renunciar a victorias menores a cambio de no poner en peligro su camino hacia los Campos Elíseos. Cuando pedalea, Evans, que quedó segundo en los dos últimos Tour -tras Contador en 2007, tras Sastre en 2008- y en las dos últimas Dauphiné -tras Moreau en 2007, tras Valverde en 2008-, permite que sus piernas traicionen a su boca. Evans necesita ganar. Intenta ganar. Muere por ganar. Perdió el liderato de la Dauphiné -alcanzado en el prólogo, asentado en la contrarreloj- en la montaña del Ventoux. Ayer lo intentó recuperar con no menos de una docena de ataques terribles en La Madeleine. Hiperactivo, excitado, siempre que veía una moto en lontananza, algún corredor que se descolgara de la fuga inicial, algún movimiento de Fuglsang o Gesink, Evans aceleraba. Magnetizados por su rueda, Contador, que sólo piensa en el Tour, que ya ha ganado Tour, Giro y Vuelta y cuya presencia serena, inmutable, funciona como tortura psicológica para el australiano, y Valverde, a quien han cerrado el camino al Tour y necesita hoy en Grenoble volver a ganar la Dauphiné, le siguieron. Nunca le adelantaron. No lo necesitaban.

Dauphiné Libéré: 7ª etapa. Briançon-La Madeleine (157 km). 1. Moncoutié, 4h 44m 26s. 2. Gesink, a 41s. 3. Evans, mt. 4. Valverde, mt. 5. Fuglsang, a 53s. 6. Contador, a 55s. General. 1. Valverde, 23h 53s. 2. Evans, a 16s. 3. Contador, a 1m 18s 4. Gesink, a 2m 41s. 5. Astarloza, a 3m 40s.

Vuelta a Suiza. Prólogo (7,8 km). 1. Cancellara, 9m 21s. 2. Kreuziger, a 19s. 3. Klöden, a 22s. 10. Rui Costa, a 35s. 33. F. Schleck, a 45s. 48. A. Schleck, a 49s.