De los pagos de Camps, ni rastro
El 'caso Gürtel' avanza sin que nadie respalde la versión del presidente
Quedan pocas declaraciones, una pericial contable y el dictamen del magistrado juez instructor del TSJ, José Flors, para saber qué pasará con el caso Camps, la ramificación del denominado Caso Gürtel que afecta al presidente de la Generalitat. De lo que ha ocurrido hasta ahora dentro de la sala ha quedado constancia precisa en las grabaciones de cada sesión.
Han quedado claras contradicciones evidentes. La fundamental es que Francisco Camps, presidente de la Generalitat, aseguró haber pagado 2.400 euros por unas prendas que compró en julio de 2008, pocos días antes de la celebración de la Fórmula 1 en Valencia. Pero no hay constancia del gesto ni rastro del dinero. Alegó como coartada que estaba entonces de vacaciones el sastre José Tomás, principal testigo de la causa, quien mantiene que Camps no pagó. El presidente dice que es que no le vio porque no estaba. Pero nadie de los que ha declarado y supuestamente tenía que haberle visto ha dicho que pagara los trajes. Que pagó unos zapatos, sí. Lo dijo un empleado de Forever Young. Pero tampoco hay constancia documental de ello. Según la acusación, la cuenta de Camps, pagada por Álvaro Pérez, El Bigotes, representante en Valencia de Francisco Correa, el cabecilla de la trama de corrupción investigada por el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón, superaría los 18.000 euros. Una cantidad que corresponde a siete u ocho trajes, cuatro o cinco americanas, un smoking, un chaleco, varios pantalones y tres pares de zapatos, al menos dos de una delicadísima piel de anca de potro, trabajada en Estados Unidos, para cuyo cuidado se envió un kit específico a la esposa del presidente. Los zapatos rondan los 400 euros el par.
Zapatos de anca de potro y abrigo de cachemir, entre otras delicadezas
Parece claro que Ricardo Costa, secretario general del PP valenciano, tuvo al menos la intención de pagar la ropa que encargó, aunque finalmente lo hiciera también Álvaro Pérez a través de Pablo Crespo, otro de los dirigentes de la trama. La secretaria de Costa intentó la gestión en varias ocasiones, pero El Bigotes neutralizó la tentativa y Costa no abonó esas prendas, aunque sí dos vaqueros en la primavera de 2008, uno de hombre y otro de mujer.
El gasto de trajes podría ser bastante más abultado de lo que hasta ahora se conoce. El que tiene la cuenta más alta es Rafael Betoret, ex jefe de gabinete de la consejería de Turismo. El sastre le tomó medidas, dos veces en Madrid y una en Valencia, para, al menos, cuatro trajes y un abrigo de cachemir. Cada pedido de Betoret alcanza entre 5.000 y 6.000 euros. Nunca, según consta en declaraciones del sumario, preguntó qué se debía. Tomás conocía las dependencias de la vicepresidencia de la Generalitat. Fue allí, según declaró, donde tomó medidas a Víctor Campos, ex vicepresidente del Consell, también imputado por cohecho.
El juez instructor José Flors es duro en los interrogatorios, se conoce la causa y pregunta sin admitir despistes ni digresiones. Dos horas, por ejemplo, empleó con el sastre José Tomás, al que dejó claro que se había aprendido cómo se registraban las compras, los pagos aplazados, los apuntes de los clientes ilustres y las facturas difusas. El juez ha puesto límites y ha desestimado peticiones de las dos representantes del ministerio público. "Las lleva firmes", comenta una persona próxima a la sala de Lo Civil y Penal del TSJ. "Pero no puede con ellas", afirma otra. Tampoco permite Flors a los abogados de los imputados que repregunten hasta el hartazgo, especialmente al letrado de Camps.
En la sala, en la primera planta del Palacio de Justica, ha habido problemas informáticos que han alargado sesiones y líos con carnés de identidad, especialmente el día que acudieron la treintena larga de testigos de la administración. El apellido Vidal coincidía en tres de los citados y hubo alguna que otra confusión. También sobre las responsabilidades de cada cual. José María Vidal dijo ser director de cuentas de Orange Market. Y de pronto el ministerio público paró máquinas. ¿Director de qué? ¿Qué cuentas? El pánico quedó despejado al aclarar que esa dirección nada tenía que ver con los números. Hubo algún olvido: uno de los empleados de Forever Young fue perseguido por un guardia civil porque no había completado algún trámite.
El magistrado dejó que dos de los testigos salieran por dependencias privadas del presidente del TSJ.
FRANCISCO CAMPS: Encuentros de madrugada
Se veían en el hotel Ritz de Madrid, tarde, muy tarde. José Tomás ha asegurado que tomó medidas a Camps incluso a la una de la madrugada.
El día de su declaración Francisco Camps llegó también temprano, a las 9.05 y estaba citado a las 10.00. Su anticipación no sirvió para adelantar la entrada en la sala. ¿Dónde esperó? ¿Se vio Camps con su más que amigo Juan Luis de la Rúa, presidente del Tribunal Superior de Justicia (TSJ)? No. Camps esperó en el pasillo, durante una hora.
RICARDO COSTA: Un lío de fechas y cargos
Está convencido de que como sus responsabilidades últimas, como secretario general y como portavoz, son posteriores a los hechos porque las asumió en 2007 y 2008, no cometió cohecho. La fiscalía ignora esa excusa y busca en él al eslabón que pudo introducir desde el partido popular a la administración a un hombre con el que había tenido relaciones profesionales desde varios años antes, Álvaro Pérez. Costa dice que pagó sus trajes, no tiene tickets y nadie le vio hacerlo.
VÍCTOR CAMPOS: Explicaciones escasas
Víctor Campos, ex vicepresidente de la Generalitat, fue escaso en sus repuestas ante el magistrado juez. No pudo negar que conocía a los principales actores de la trama, ni que se hizo trajes a medida de la mano de José Tomás. No pudo demostrar que pagara algunas de las piezas y dijo poco sobre la relación que pudo tener con Álvaro Pérez y sobre los contratos de sus empresas con la Generalitat. Campos fue, dicen algunas fuentes, poco explícito, ni siquiera para excusar la dádiva que le inculpa.
RAFAEL BETORET: De gusto exquisito
Al actual asesor de la Diputación de Valencia y ex jefe de Gabinete de la Consejería de Turismo le recuerdan los empleados de Milano y Forever Young como un cliente "de gusto exquisito, caprichoso, fino en los más nimios detalles". De él, que dijo conocer mucho a Álvaro Pérez, es la más abultada facturación que la trama pagó supuestamente a los imputados valencianos. La consejería de la que fue alto cargo firmó algunos de los mayores contratos con la empresa de Pérez.
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