Cómo abrirse hueco en la refriega
Ni el pepino ni el gazpacho que esgrimió Willy Meyer como argumento lograron que los números dos de PSOE y PP salieran de su ensimismamiento mutuo.
En las elecciones europeas, las portadas se las llevan diariamente Zapatero y Rajoy, que son los que se juegan su futuro por persona interpuesta; los dos cabezas de lista asumen por un rato el papel protagonista dos días de campaña y al tercero comparecen en TVE los números dos del PSOE y el PP para prolongar la confrontación entre ambos.
A su lado se sitúan los representantes de las otras tres candidaturas que lograron representación en el Parlamento Europeo hace cinco años y que, a duras penas, intentan abrirse terreno en el intercambio. Todos juntos ante el planeta, como diría Leire Pajín, pero con el representante socialista solo para defender contra todos la actuación del Gobierno frente a la crisis.
Ramón Jáuregui y Luis de Grandes son dos veteranos de la política, con una larga trayectoria parlamentaria que les da de antemano varios cuerpos de ventaja sobre los minoritarios. Y ambos la mantuvieron durante el debate sobre el resto. Los dos iban a lo suyo y no parecían interesados en rebatir a los otros tres candidatos. Como si no estuvieran. Lo más que hizo el número dos de la lista del PSOE fue hacer una mueca de sorpresa cuando escuchó a Junquera hablar de los gastos militares.
Ni con el pepino y el gazpacho logró Meyer que le hicieran mucho caso. El de IU se encargó de repartir por igual al PSOE y al PP en cada intervención por apoyar a José Manuel Durão Barroso para presidir la UE y porq ue, según dijo, defienden lo mismo frente al paro. Mencionó a Zapatero y a Esperanza Aguirre para intentar abrirse hueco en la refriega, pero ni por ésas.
Sólo Jáuregui, objetivo final de todas las críticas, dedicó algunos segundos a los minoritarios, por ejemplo, para negar que esté cerrado el apoyo a Barroso o para defender el propósito de buscar un nuevo modelo económico.
Para el socialista y el popular, las intervenciones de los candidatos de IU, Coalición por Europa y Europa de los Pueblos eran sólo tiempos muertos en los que coger impulso y cargarse de argumentos para enfrentarse.
Meyer, Ramon Tremosa y Oriol Junqueras se hartaron de mover de lado a lado el cuello como el que asiste a un partido de tenis, con Jáuregui y De Grandes a cada extremo de la pista. Y al socialista le llegaban bolas para devolver de los otros cuatro candidatos, pero su objetivo era el del PP.
Los argumentos de los dos grandes partidos fueron los habituales, los de la crisis negada por Zapatero, las cifras de paro, el origen internacional de la recesión y hasta el 11-M, que se prolongaron en forma de coletilla que trufaba varios turnos de palabra, con el común denominador de la acusación de mentira.
Por cierto, que en el debate de anoche no había más mujer que la moderadora, Pepa Bueno, porque no hay ninguna candidata cabeza de lista. Ni siquiera como número dos de las listas socialistas y populares.
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