El Getafe resiste a todo

Es de Primera. Lo decían sus aficionados antes y después del partido y lo confirmó el equipo sobre El Sardinero. El Getafe resistió al Racing y a lo que iban rebotando los transistores. El equipo de Míchel pasó un momento amargo con el gol del Racing, pero se sobrepuso y logró un empate que justificó el poco fútbol que ofrecieron ambos equipos. Fue tal la alegría de los mil aficionados del Getafe desplazados a Santander que los jugadores tuvieron que regresar al campo una segunda vez para agradecer los ánimos de los seguidores. Al grito de ¡Míchel, quédate!, el preparador incluso fue manteado por la plantilla.

Por aquello de las ausencias -el Racing no dispuso de Zigic y Garay- y de que la vida no le iba en el partido, el equipo de Muñiz salió un tanto apático y desordenado. El Getafe, mientras, se edificó a partir de una consigna: no permitirse ni un solo despiste en defensa. Celestini oficiaba en muchas ocasiones como central. Aun así, Míchel reservó terreno para las cabalgadas de Uche, el más activo de los atacantes del Getafe.

El partido se resumía en un puñado de errores, nervios y precauciones, con lo que el tiempo útil se quedó en unos pocos instantes. En uno de ellos, el pequeño Jonathan Pereira, una de las mejores noticias del Racing en la temporada, descolocó a la defensa rival y asistió a Toni Moral, que utilizó la puntera lo justo para esquivar la salida de Ustari. Era el primer contratiempo del Getafe. Poco le duraron las dudas. Soldado recogió la pelota en la frontal y se la mandó a Granero, que superó a Toño con un chut ajustado. El caso es que lo hizo con Toni Moral tendido sobre el terreno, lo que encrespó a la afición local, escocida aún por la parecida actuación de Casquero en la semifinal de Copa de la pasada temporada.

Tras el descanso, el equipo de Míchel tiró de astucia y templanza para anular los pocos intentos del Racing. Al final, el presidente del Getafe, Ángel Torres, mostró el pulgar hacia arriba en el palco. Objetivo cumplido.