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Reportaje:Signos

Puntos de colores en calles grises

El dúo gaditano Vendaval inunda Venecia con sus instalaciones cromáticas

Están acostumbrados a reconvertir paredes blancas en jardines de flores. A modificar una simple bota para hacerla un icono de moda. Confían en su poder para transformar la realidad y hacerla más llevadera. Su nombre artístico tiene afán de frescura y renovación. Vendaval, el dúo que forman los gaditanos Pablo Alonso de la Sierra y Rocío Arévalo, se ha trasladado hasta Venecia, donde su obra viaja por los canales, resalta entre los adoquines grises y llama la atención sobre la tranquilidad de una ciudad monocolor a la que ellos han disfrazado sin esperar al carnaval.

Ambos han viajado hasta la emblemática localidad italiana dentro del programa Spiazzi in Residence, un programa para nuevos artistas que organiza este centro de arte contemporáneo. Cuentan también con una ayuda del programa Iniciarte, de la Empresa Pública de Gestión de Programas Culturales.

Pablo Alonso de la Sierra y Rocío Arévalo apuestan por figuras circulares
"Abandonamos las obras a su suerte", reconocen los dos artistas

"Era para el 80% de la investigación. Nos ha venido muy bien para cubrir los gastos de alojamiento y desplazamiento", explica Alonso de la Sierra. Él ya conocía Venecia de hace tiempo. La primera vez fue en 1990. "Siempre me ha parecido un lugar extraño y maravilloso". Ella ha contactado más tarde, sólo hace dos años. "Me enamoré". Desde hace seis meses residen allí para preparar el trabajo que ahora exponen. "No es en absoluto una ciudad-museo, un mero escaparate. Es una ciudad curiosísima, absolutamente condicionada por su peculiar fisonomía pero, vivísima, con sus niños jugando a la pelota en las plazoletas, sus marujas, sus estudiantes siempre de cachondeo, sus barrios populares de ropa tendida y, por supuesto, mucho arte".

En este, para ellos, entrañable escenario es donde han dado rienda suelta a su imaginación, a la explosión de ideas de colores que les caracteriza desde que empezaron a trabajar juntos hace tres años. Su última experiencia es Filling Venecia (algo así como Llenando Venecia). Han apostado por figuras circulares, lo que ellos llaman stickers, de formas similares pero todos diferentes. "Apostamos por la cerámica aunque en el arte de calle se trabaja con papel adhesivo. Cada sticker es una unidad modular. Son módulos iguales pero, a la vez todos distintos, como la sociedad", explica Alonso de la Sierra. "Nos interesa la suma que hemos repartido por toda la ciudad. Al trabajar sobre la transformación espacial, Venecia se nos antojó un lugar perfecto para este tipo de proyecto porque se llena y se vacía de manera pendular", añade Arévalo.

En la galería del Spiazzi han dejado también una instalación audiovisual de vídeo y fotografía y muestras de las piezas expuestas en la calle, las que han podido recuperar. "Abandonamos las obras a su suerte, por lo que casi todas han pasado a manos de nuevos e inesperados coleccionistas", reconocen ambos entre risas. "Preferimos este término a decir que las roban", agregan. En realidad, buscan generar nuevas experiencias en el público, sabedores del impacto visual de su obra. "Una turista nos pidió una tarjeta y nos dijo que le encantaría que, cuando llegara el momento, interviniéramos su propia tumba", recuerdan.

En Venecia están participando en una tertulia de artistas y han ampliado enormemente su agenda de contactos. Ya han llenado de colores otras ciudades como Grazalema (Cádiz), sorprendida por el alud de colores entre sus casas blancas. Ansían ya nuevos destinos. Quieren construir nuevas cosas pero sin destruir. "No queremos cambiar las ciudades. Nos encantan. No es una cuestión de reinventarlas sino de reinterpretarlas y sugerir diversas lecturas al espectador", detalla Alonso de la Sierra. Su herramienta principal es el color. Una táctica para llamar la atención en la batalla entre lo uniforme y lo diverso.

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