Los enfrentamientos entre obreros y policías siembran el caos en Vigo
Los empresarios del metal amenazan a los sindicatos con un cierre patronal
Las escaramuzas, propias de guerrilla urbana, llenaron toda la mañana con los ecos de petardos y disparos y sembraron el caos en el tráfico de los accesos a Vigo y en el interior de la ciudad. Las cargas policiales contra los piquetes de huelguistas no llegaron nunca, sin embargo, al cuerpo a cuerpo, sino que ambos frentes se mantuvieron siempre a tiro de piedra -en ocasiones literalmente-, sin que se registraran heridos ni detenidos en ninguna de las muchas refriegas de la jornada. La última, con el astillero Barreras como baluarte de los huelguistas, se prolongó hasta que se retiró el cerco policial, cerca de las dos de la tarde. Después se hizo el silencio y la vuelta a la normalidad.
Los disturbios más significados, en el entorno de los astilleros
Los piquetes llegaron a las inmediaciones de la sede de la Xunta en Pontevedra, donde el Gobierno gallego celebraba su Consello semanal. A su término, el presidente Núñez Feijóo reclamó a los trabajadores del metal civismo y que sus movilizaciones no perjudiquen la actividad de otros sectores, máxime en estos tiempos de crisis. Los sindicatos, a su vez, reclaman una intervención más activa de la Administración en el conflicto y que convoque a las partes para reanudar las negociaciones del convenio.
Los manifestantes bloquearon a primera hora la AP-9 en el peaje de Vilaboa (pagando su importe en céntimos) y la A-55 -"La cola ya llega hasta Ponteareas", aseguraban- con un corte en Mos. También a primera hora cortaron los accesos a los polígonos industriales y las vías urbanas de mayor incidencia. Los enfrentamientos con la policía se centraron básicamente en las áreas próximas a los astilleros, esto es, Bouzas y Guixar. El bloqueo de la glorieta de Isaac Peral y del nudo de Guixar -ambos conectan con la AP-9- suscitó una primera refriega. La calle Sanjurjo Badía, levantada por las obras de humanización, facilitó la escapada del piquete (unos 200 huelguistas), que primero se nutrió en ella de piedras y luego la convirtió en una barricada de zanjas y vallas apiladas que los antidisturbios ni pisaron. Este foco se reactivó más tarde en las inmediaciones del astillero Vulcano.
El enfrentamiento más contumaz se produjo en el entorno del astillero Barreras, con los manifestantes apostados entre dos barricadas en llamas, en la avenida de Beiramar, y en el interior de la factoría, desde cuyo muro hostigaban a la policía con piedras y tornillos a los que los uniformes respondían con disparos de gases y pelotas de goma. "¡Nenazas, mariquitas!", retaban desde el interior a los agentes. "¡Venid acá si tenéis cojones!". Nadie alteró las posiciones.
Una dotación se mantuvo disparando desde una esquina, con más o menos intensidad, durante un par de horas, mientras que desde las barricadas, y otro núcleo de huelguistas concentrado en un parque próximo, se jaleaba su mala puntería con los más toreros, que la desafiaban acercándose tras parapetos de madera. Así, hasta que la policía levantó el sitio. No habrá más guerra "al menos hasta el martes", anuncian los sindicatos.
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