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Reportaje:Giro de Italia

Un ruso de rosa

Victoria en la contrarreloj y liderato para Menchov, que tiene a Sastre, quinto, a casi tres minutos

Carlos Arribas

"La paciencia, así es mi vida", dice Carlos Sastre, quien habla del Giro como hace unos meses hablaba de la Vuelta y un poco antes del Tour que ganó a los 33 años. "Hay que tener paciencia", le dicen cada media hora los médicos de Bérgamo a Lorena, la esposa de Pedro Horrillo, a quien ayer su amigo Denis Menchov, un ruso que tiene tendencia a la impaciencia, dedicó la victoria de etapa en la contrarreloj, tan dura, y la maglia rosa que el triunfo llevaba aparejado. La lucha entre ambos duelistas aburridos de verse en las mismas año tras año, carrera tras carrera, separados en la general por cuatro puestos y 2m 52s, servirá de línea argumental profunda para lo que queda de Giro: la iluminarán ocasionalmente las tensiones superficiales, brillantes a la italiana, generadas por el resto de figuras, el doliente e inquebrantable Leipheimer, un ciclista de goma que siempre está ahí, el fulgurante Di Luca, que jugará con los repechos y las bonificaciones, sus aliados, los amigos-enemigos Pellizotti y Basso, cuya riña les debilita en la misma medida en que fortalece a los demás... Y, por encima de todos, la guindilla de la composición, Armstrong, que corrió una más que digna contrarreloj -en los tiempos de Basso y Sastre-, y los caprichos que se le ocurran.

"Controlar la carrera no le será fácil, y me sobra la paciencia", avisa el español

Pero las cosas serias deberá manejarlas Denis Menchov, especialista en salidas tragicómicas a la hora de resolver situaciones parecidas. Un año, en 2005, el exceso de confianza le hizo perder una Vuelta que tenía ganada -recuerden, la emboscada bajo la lluvia de Heras y el Liberty entre León y Asturias-: el que después le restituyeran la victoria por el positivo del de Béjar no le hizo olvidar la experiencia, y, así, en 2007, en condiciones similares, aunque con mayor ventaja, consiguió que detrás de él se organizara una lucha simplemente para terminar segundo (y que ganó Sastre, precisamente). El año siguiente perdió el Tour, y él está convencido de ello, ante Sastre, precisamente, porque patinó y se cayó en una curva de la ascensión a Pratonevoso el día que había elegido para atacar. Tiene 31 años y la cabeza llena de experiencias, por eso tenía miedo la víspera de que su anuncio de que iba a sacar dos minutos a todos y se iba a terminar el Giro entre las quebradas colinas que caen en plomada sobre el Mediterráneo de Cinque Terre fuera malinterpretado. "Van a pensar que soy un chulo", decía.

Luego, cuando cumplió su palabra, o casi -aventajó en la crono dromedario, llamada así por las dos jorobas que había que subir y bajar, en 1m 54s a Di Luca, en 2m 17s a Basso, en 2m 18s a Sastre: sólo Leipheimer se acercó, a 20s-, hizo rápido inventario de sus venturas y desventuras y tampoco se sobró. "No puedo plantearme esto como una cuestión matemática, sumar donde gano y restar donde pierdo, porque el ciclismo no es esto, nunca es tan sencillo", dijo Menchov, que sigue la estela en el Giro abierta por Berzin y Tonkov, dos rusos occidentalizados, en las antípodas de su forma de ver la vida y la bici. "En el ciclismo nunca se puede prever lo que pueda suceder hasta el último kilómetro".

La madre de Carlos Sastre, presente en la etapa con el padre, sufrió viendo las curvas -600, un periodista las ha contado- de los descensos como sólo una madre puede sufrir (y como el recuerdo de Horrillo pudo incrementar). Temía una caída, que no se produjo, entre otras cosas porque su hijo conoce las virtudes de la tranquilidad tan bien como las de la paciencia y la experiencia. Lo que ganó subiendo Sastre -magnífica pedalada, ágil movimiento del plato de 52 dientes para trasladar una bicicleta especialmente aerodinámica: mientras los demás se decantaron por una bici normal, él prefirió fiarse de la cabra de contrarreloj- en una de las contrarreloj más duras que ha disputado, y calurosas, lo perdió bajando.

Breukink, el director de Menchov, piensa que los casi tres minutos de ventaja son suficientes, pero Menchov sigue temiéndolo: conoce como nadie que el chico de El Barraco es el hombre de la tercera semana, la semana que en el Giro concentrará Monte Petrano, Blockhaus y Vesubio. "Controlar la carrera no le va a resultar fácil", dijo Sastre, "y a mí me sobra la paciencia".

12ª etapa: 1. D. Menchov (Rus/Rab), 1h 34m 29s. 2. L. Leipheimer (EE UU/Ast), a 20s. 11. I. Basso (Ita/Liq), a 2m 17s. 12. C. Sastre (Cer), a 2m 18s. 13. L. Armstrong (EE UU/Ast) a 2m 26s. General: 1. D. Menchov, 50h 27m 17s. 2. D. Di Luca (Ita/Lpr), a 34s. 5. C. Sastre, a 2m 52s. 7. I. Basso, a 3m. 13. L. Armstrong, a 6m 34s.

Menchov, durante la contrarreloj.
Menchov, durante la contrarreloj.EFE

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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