"He perdido una pelea"
El 23 de junio de 2007, Javi Navarro (Valencia, 1974) levantó la Copa del Rey. El Sevilla había derrotado al Getafe y su capitán lograba el cuarto título con el equipo, tras dos Copas de la UEFA y una Supercopa europea. El defensa central no ha vuelto a ver ese partido. Fue el mismo en el que su rodilla derecha se quebró. Casi dos años después, tras horas y horas de trabajo en el gimnasio y en el agua y con más de 6.000 kilómetros en sus piernas entre la bicicleta y la marcha para intentar volver a jugar, ayer anunció su retirada. El sábado, antes del encuentro contra el Deportivo, le espera un homenaje a uno de los estandartes del club andaluz.
Pregunta. ¿Cómo han sido estos dos años lesionado?
"¿Duro? No me importa lo que piensen de mí. Siempre he defendido mis colores"
"He estado sentado durante años con gente que no sé qué pensaba realmente"
Respuesta. Ha sido una historia muy larga. Te vas dando cuenta de que tienes una edad y ves que el tren está pasando y no lo puedes coger. Y, sobre todo, ver a tus compañeros, recuerdos de años anteriores, fotos, vídeos... Momentos muy buenos que empiezan a formar parte de tu pasado.
P. Intentarlo lo ha intentado.
R. Unos meses antes del verano pasado alquilamos una casa en Tarifa. Sergio
[Domínguez, preparador físico] y yo cogíamos la bicicleta y luego íbamos a la playa. Recuerdo estar haciendo ejercicios con la chaqueta puesta porque el agua estaba helada. Después nos marchamos a Marruecos a recorrer el Atlas en bici. Íbamos en autocaravana Sergio, yo y dos amigos más. Estuvimos 10 días recorriendo casi 100 kilómetros diarios. Incluso subimos al Toubkal, que tiene unos 4.000 metros de altura.
P. ¿Está frustrado?
R. Lo he intentado de mil maneras, físicamente, mentalmente... En ningún momento he dejado de intentar nada. No ha podido ser, pero creo que la palabra frustrado no es acertada.
P. ¿En algún momento lloró de rabia?
R. Muchas veces.
P. ¿Cuándo supo que la recuperación iba a ser imposible?
R. No hay un día que dijera "hoy". Poco a poco, te vas dando cuenta de que ni hay tiempo ni la rodilla funciona. Pensé incluso en otra operación, pero podía ser un problema mayor para la vida después del fútbol. En alguna etapa parecía que había un pico, volvía a caer, llegaba otro pico y otra vez caía. Y en una de éstas ya parece que no vas arriba y llega el momento de decidirlo.
P. ¿Qué siente ahora?
R. Es como perder una pelea. Mucha gente, sin saber, ya te quita del medio. Y eso me motiva mucho más para seguir peleando. Dar la razón a esa gente me corroe por dentro. Intenté recuperarme un poco por todo. Primero, por mí. Luego, por los que te apoyan. Después vas sumando muchas cosas: el que te tiraba por tierra, el que no confiaba en ti, el que pensaba que ya te dejabas ir... Esas sensaciones las iba acumulando para seguir peleando.
P. En los bajones, ¿qué se le pasaba por la cabeza?
R. En el club ha habido dos personas que han estado siempre conmigo. Sergio ha vivido el día a día. Cuando él llegaba un poquito bajo de moral y yo llegaba muy alto, le empujaba a él. Y a la inversa. Y, luego, Santi [Valseca, fisioterapeuta], que estuvo probando cosas nuevas. Me ayudaron a seguir y seguir. Se me queda ahí en el estómago no dar a su trabajo el reconocimiento de jugar un partido.
P. ¿Le deja un sabor amargo no despedirse sobre el césped?
R. Habría sido lo ideal. Pero, si hubiera conseguido eso, no me habría quedado ahí. Habría querido más, habría seguido un poco más adelante, habría forzado un poco más la máquina.
P. ¿Qué ha sido para usted el fútbol?
R. Ha sido la vida. A pesar de que me he orientado también para el después. Y eso que mi después casi llega pronto, con 23 o 24 años
[una grave lesión en la rodilla izquierda en el Valencia]. Quizás eso me haya hecho disfrutar más del fútbol, tener los pies en el suelo. Ahora quiero hacer todo lo que no me dejó hacer anteriormente: viajar y practicar los deportes que la rodilla me permita. El fútbol parece que no, pero te retiene. Tienes una disciplina, unos horarios. Siempre tienes ahí el chip de la pelota.
P. Muchos aficionados, sobre todo de otros equipos, le recordarán por su dureza en el campo junto a Pablo Alfaro.
R. No me importa lo que puedan pensar. Siempre he defendido mis colores. El cariño de la gente del Sevilla es tremendo.
P. ¿Cómo le gustaría que le recordaran?
R. Como he sido siempre: una persona discreta que ha hecho todo lo que ha podido.
P. ¿Le ha fastidiado tener que escuchar todo tipo de rumores?
R. Es una locura. Y te llega a hacer daño. ¿Pero qué vas a hacer, pelearte e ir contracorriente? Te ríes un poco de todo. ¿Qué algún día puedes tener un problema? Seguramente. Y, al final, serás el malo porque has aguantado mil y en la mil y uno tienes el problema. Pero también hay que bailar un poco con esa música. Va en el precio.
P. Su imagen es la de un tipo duro y serio.
R. Hasta que pasas una tarde con una persona e incluso así, si esa persona no ha movido ficha, te quedas sin conocerla. En el fútbol sabes que no te tienes que mojar en ningún aspecto, que no puedes opinar del todo como tú piensas. Tú te vas, publicas lo que quieres publicar y ya está.
P. ¿Tiene algún amigo en su profesión?
R. Sí, pero un vestuario es muy complicado. He estado sentado durante años al lado de gente que no he logrado saber qué es lo que pensaba realmente. Si para alguien que está ahí dentro resulta difícil, desde fuera ya es imposible.
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