El sindicalista insomne
El ferroviario se enfrenta a su cuarta reelección con el reto de vencer al desempleo
Inclina la cabeza, se aproxima a la interlocutora y la mira fijamente desde abajo, a través de los gruesos cristales de sus gafas. Las palabras de José Ricardo Martínez, en tono grave, radiofónico, parecen querer explicarse. Educar. El secretario de UGT en Madrid iba para maestro y acabó de sindicalista en jefe. De joven fue director económico financiero de una empresa del metal y de menos joven, tras descabalgarle el estrés, peón de Renfe. Al día siguiente de ingresar, un día de octubre de 1982, se afilió a UGT por recomendación de su padre, también ferroviario.
Y aquí está, a sus 52 años, dirigiendo la segunda agrupación sindical de la región. Desde un despacho demasiado oscuro en un octavo piso que da a la avenida de América, manda sobre 158.000 afiliados y 13.000 delegados. Planea tirar los tabiques de su planta de la sede madrileña de UGT, donde trabajan unas 300 personas -"todas con contrato fijo, por supuesto", recal-ca-, para que puedan obtener más luz de las ventanas que se antojan demasiado pequeñas.
"No salimos de la crisis si no es desde lo social y desde la izquierda"
"El Gobierno regional entrega los servicios públicos al sector privado"
Lleva desde 1995 en el puesto, que revalidará, si no se presenta una candidatura alternativa, algo que no parece probable, en el congreso que se inicia mañana. Llevará un plan con "15 o 20 medidas muy concretas" contra el paro. "Son medidas por sectores. Se ha dejado de construir, pero la construcción, que ha sido la base de nuestra economía y el destrozo de nuestra economía, tiene que seguir. En determinadas zonas y con determinadas condiciones. Y no estamos dispuestos a que se pierda tejido industrial, alrededor de la industria se genera ciudad, vida. Y en eso exigiremos a los ayuntamientos".
Dice que él es hombre de visitas a las empresas más que de despacho. Esos sitios donde le repiten machaconamente: "Mi familiar tal se ha quedado en paro". Y esas 600 familias madrileñas que ingresarán diariamente en el desempleo, y los 13.000 trabajadores afectados por los expedientes de regulación de empleo (ERE) en el primer trimestre del año le roban horas de descanso antes del ritual diario de levantarse a las seis y media en su casa de Las Cárcavas, en una cooperativa del sindicato, de preparar el desayuno a sus dos hijos (una chica de 13 años, un chico de 9), de llevarlos al colegio para después, durante 12 horas, oír sin tregua las historias de hombres y mujeres heridos, cercenados, porque, asegura, un trabajador sin trabajo ya no es nada. Y en las horas escamoteadas al sueño aparecerán las soluciones. Como la renta activa madrileña, ese recurso para los 60.000 desempleados que ya no tienen recursos, el abono transportes y la matrícula en las universidades gratuitos, el que los bancos diesen créditos de ayuda al consumo, "avalados, por qué no, por la Comunidad de Madrid, en definitiva, buscar un espacio para que la gente pueda recuperarse. Y ayudar a los empresarios, claro, los bancos tienen la obligación de auxiliarles".
Siempre la crisis, claro está. "Hasta hace poco en Madrid no había crisis. En lo que ellos
[el Gobierno regional] llaman la locomotora de España, los últimos datos revelan que el desempleo creció un 5,5% en el resto del país y un 62% en Madrid. Hay una ausencia inaceptable del Gobierno de Madrid". "No salimos si no es desde lo social y desde la izquierda. Los empresarios se están ausentando, el Ejecutivo regional no acaba de aparecer. Estamos en cierta soledad y con un intento de aprovechamiento".
Su tono didáctico se estrella contra el Gabinete de Esperanza Aguirre. Contra su gestión de la crisis, su actitud hacia los funcionarios, y, con más crudeza, en el manejo de la sanidad o la educación, los servicios públicos. "Son de los trabajadores, no de los gobiernos. No puedo ser flexible con eso, porque es una parte del salario de la clase trabajadora madrileña, lo hemos defendido con la vehemencia con que los seres humanos defendemos lo nuestro. El Gobierno regional, voluntaria, ideológica y torpemente los entrega al sector privado. Les niego el derecho a hacer eso. Si se mantiene la sanidad pública es gracias a los profesionales. Y no se puede regalar suelo nuestro para colegios que separan niños de niñas. Y que me cuenten que lo importante es el bilingüismo... y lo importante son las ratios y el respeto a los docentes".
Y en este momento, ¿sienten los trabajadores que los sindicatos están a su lado? "A las personas que van al paro no les valen los discursos. Por eso yo planteo la renta activa madrileña como condición. El trabajador en paro tiene que saber que UGT tiene centros en que se le va a informar y formar. Pero la situación es tan compleja que puede que no les llegue".
Y cuesta, al menos ahora, imaginarse a este hombre, grave como el timbre de su voz, acabando el día como suele: haciendo los deberes con su hija y viendo películas de indios o jugando al fútbol con su hijo, merengue (y sufridor esta temporada) como él.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.