El Atlético se dispara
Los de Abel se meten en 'Champions' tras pasar por encima de un pobre Valencia
Era el partido del año para los dos, el que les daba medio billete para la anhelada Champions. Era un partido de altura, de vértigo, de pura pasión, de equipos grandes. Uno hubo: el Atlético, que le dio un meneo de cuidado al Valencia, por mucho que diga el marcador, que es una enorme mentira. Y lo es pese a que el único gol llegara merced a un penalti inventado al alimón entre un pícaro Agüero y un árbitro despistado. Porque el Atlético, a ratos, agujereó a un Valencia que no se llevó un saco de goles por culpa de un señor llamado César y que a la sazón ocupa su portería.
Las bajas obligaron a Abel a rehacer su defensa (mejor sería derribar la antigua y apostar siempre por la de ayer) y confió en Ujfalusi para el lateral derecho, el mejor lateral que ha tenido el Atlético en años, además de darle vuelo al joven Domínguez en el centro. Le salió redonda la jugada. También Emery tuvo que tapar agujeros, y los tapó cambiando el sistema. La baja de Silva, imprescindible en este Valencia, empujó al técnico a inventar una línea de tres centrocampistas (Baraja, Albelda y Edu) que no le llevó precisamente al éxito. Tuvo problemas de circulación el Valencia, Mata quedó varado en la izquierda sin socio con el que congeniar y sólo Pablo Hernández logró conectar un rato con Villa. Pero fue sujetado éste por Pablo y Domínguez con una sorprendente autoridad y el equipo vivió todo el partido seco.
ATLÉTICO 1 - VALENCIA 0
Atlético: Leo Franco; Ujfalusi, Pablo, Domínguez, Pernía; Maxi Rodríguez (De las Cuevas), Assunção, Raúl García, Simão (Sinama-Pongolle, m. 78); Forlán y Agüero (Camacho, m. 90). No utilizados: Coupet; C. Ortiz, Banega y L. García.
Valencia: César; Miguel, Raúl Albiol, Maduro, Alexis; Baraja (Joaquín, m. 63), Albelda, Edu (Míchel, m. 82); Pablo Hernández (Morientes, m. 73), Mata; y Villa. No utilizados: Renan; Curro Torres, Carleto, Del Horno y Angulo.
Gol: 1-0. M. 28. Forlán transforma, ajustado al palo izquierdo, un penalti que César había cometido sobre Agüero.
Árbitro: Mejuto González. Amonestó a César, Mata, Ujfalusi, Agüero, Edu y Pernía.
Unos 55.000 espectadores en el Calderón.
El penalti fue injusto, pero si al Valencia no le cayó una goleada fue gracias a César
No había amenaza alguna del Valencia y ese hecho envalentonó a un Atlético que había arrancado a verlas venir. Existía mucho miedo mutuo, pero ahí estaba Forlán para espantar tantos fantasmas de rojo y blanco. El uruguayo comenzó a dejarse ver por todos lados, y a rematar hasta el agotamiento, y el Atlético se puso a carburar. Intentó elevarla Forlán ante César, pero se le quedó pequeño el globo; chutó Maxi una vez, dos, en la misma jugada, pero en ambos remates encontró los guantes de un César que daba inicio al recital; lanzó de nuevo Forlán y el balón rebotó en la espalda del portero cuando éste reculaba tras un despeje. El Valencia empezaba a agujerearse en defensa y el Atlético, atado Villa y espantados todos sus temores, se encontró en el paraíso.
Y en éstas llegó Mejuto. Hasta entonces, el árbitro lo había pitado todo, parando el juego a cada minuto, rompiendo el ritmo de un partido frenético, anunciando, en fin, que antes o después se adueñaría de la escena. Lo hizo antes y después. En el siguiente arreón del Atlético, Simão encontró un minúsculo hueco donde colocó la pelota a la llegada de Agüero. El Kun encaró a César, le intentó regatear y se dejó caer ante las manos del portero. Mejuto decidió que aquello era penalti, un penalti mal visto y peor señalado. Forlán transformó la máxima pena. Aunque llegara de manera injusta, el gol era la consecuencia justa a lo ocurrido hasta ese momento.
Y más aún debió crecer el marcador, porque el Atlético encadenó unos minutos fabulosos. Una gran jugada de Agüero la finalizó Maxi obligando a César a lucirse. Contestó Mata en un contragolpe, pero Leo Franco se dejó ver en la única ocasión digna de llamarse así del Valencia. El primer acto finalizó con un chutazo monumental del omnipresente Forlán que sacó el no menos omnipresente César con una estirada para el recuerdo. Se inauguró la reanudación con una llegada de Simao ante César que éste rechazó. El Valencia actuaba con una lentitud desesperante, dinamitado por completo su centro del campo por Assunçao, mientras el Atlético vivía disparado en busca del segundo gol.
Y en éstas volvió a llegar Mejuto. Agüero regateó a Maduro, quien le zancadilleó de forma descarada. Pero el árbitro, cosas de la conciencia, de la mala conciencia, dijo que nones, se tragó el penalti y sancionó al Kun. Todo al revés. Al rato, Emery cambió su discurso. Quitó un medio centro y mandó al escenario a Joaquín. Y luego a Morientes. Parecía que el Valencia se lanzaría arriba a morir con toda su artillería, pero el que estuvo a un paso de gol fue, de nuevo, Forlán. Y el que lo evitó fue, de nuevo, el portentoso César, que sacó con los pies el zurdazo del uruguayo. Fue otra parada más, la enésima, que dio paso a unos últimos minutos agónicos para ambos, con el Atlético defendiendo una renta tan mínima como injusta. El histerismo general acabó con el pitido final y el marcador, que fue un embuste, no retrató un partido en el que uno, el Valencia, jamás creyó en sí mismo, y otro, el Atlético, se dio un atracón de fútbol al que sólo le faltaron más goles. O al que le sobró César, que viene a ser lo mismo.
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