Penalti injusto en Soria

La fe del Numancia mueve montañas. Después de vivir casi toda la temporada en puestos de descenso, con el descenso más que anunciado, el equipo de Pacheta se quedó ayer a dos puntos de la permanencia con dos jornadas por delante. Pudo ganar mucho antes, tuvo la oportunidad de golear, cabeceó todo lo que voló en el área de Riesgo y lo envió todo fuera, mandó un cuero al palo y al final un penalti injusto le abrió la puerta de la salvación. El Numancia es el paradigma de todos los modestos, de los que suplen la falta de calidad, de euros, con la pelea sin descanso que ayer volvió a darle tres puntos fundamentales.

Es un equipo de mérito, se ha agarrado a la categoría con un ejercicio de optimismo que ha retrasado algo que se anunciaba hace ya un par de meses. Ayer regresó a su ejercicio de esperanza de cada domingo, a esforzarse por sobrevivir un día más. Pacheta echó mano del vestuario, cambió su once y puso a los suyos a empujar al rival a su área, y cuando comenzó el ataque se encontró con un regalo: la verbena de los centrales del Recreativo en cada balón aéreo. De medio centro hacia adelante todos los jugadores del Numancia tuvieron al menos una ocasión, y todas se fueron al mismo sitio, a centímetros de los palos de Riesgo.

El descanso, los errores en los remates, la mala fortuna, todo iba desgastando la energía del Numancia pero el equipo de Alcaraz, que llegaba a Soria con un punto más, no enseñaba su necesidad, no llegaba a traspasar la línea de centro del campo. Pero en los últimos minutos el árbitro, Pérez Lasa, se inventó un penalti en una falta que si lo fue, ocurrió fuera del área. Barkero lo convirtió en gol y multiplicó por mil la esperanza del Numancia, la que, a falta de fútbol, le mantiene con vida.