"El fútbol es de ellos"
Guardiola da todo el mérito a los jugadores: "Yo le meto muchas horas y trabajo, nada más"
Una melé en el centro del campo. Botes, gritos, abrazos y alguna que otra lágrima velada. El Barça celebró el primer título de la temporada con una algarabía incontenible, eufórica, tremenda. Propia del campeón. A su lado, los futbolistas del Athletic se deshacían en llantos de impotencia y de agradecimiento, por una afición tan noble, animosa y leal, por escurrírseles una oportunidad de celebrar un triunfo copero 25 años después. Así lo entendieron los futbolistas del Barça, que tras una primera celebración impetuosa se acercaron a la zona de los hinchas rivales y les dedicaron un aplauso prolongado, signo de reconocimiento y respeto. Pareció que todos aplaudían a Puyol, el capitán, el encargado de levantar la Copa. Una fiesta completa.
Se prolongó a ras de césped la vuelta de honor, al compás del himno azulgrana y las felicitaciones de los aficionados. "¡No hay palabras, esto es impresionante!", gritó Pinto, el portero de la Copa. "Alucinante, increíble. Ahora vendrán los otros títulos porque... ¡vamos a por los tres!", se animó Piqué. "Desde luego que intentaremos conseguir más", intervino Puyol. "Es una fiesta buenísima. Por mi familia, mi mujer y los culés", añadió Touré. "Por la afición, por la gente y los compañeros", enumeró después Bojan. "Esto es una maravilla y espero que también podamos ser campeones de la Champions", puntualizó Henry. "Impresionante, de verdad", se sumó Messi. "Un título que nos lo hemos merecido porque hemos jugado mejor", apostilló Pedro. "Pero no será el último", se atrevió Puyol.
Pep Guardiola, técnico azulgrana, no se libró de que lo mantearan. Símbolo de la unión del vestuario, sólo rota por Hleb, que enfiló solo y a paso lento -como cuando entró al campo a falta de cinco minutos para que concluyera el campo- hacia el vestuario justo después de la vuelta de honor. También tuvo sus reivindicaciones Eto'o, marginado a principio del curso porque el club le buscó un comprador sin éxito. "Lo que estamos logrando es muy grande. Hemos corrido mucho para llegar aquí...y, sobre todo, yo. Tuve una pretemporada difícil; tenía que demostrar, aguanté ¡y ahora estoy aquí!". Y se dirigió a Guardiola: "¡Qué grande que eres, impresionante!".
Recogió el testigo el entrenador, siempre comedido. "Por fin, por fin. Disfrutemos de este trofeo", se arrancó; "es de los jugadores porque yo no juego. Les digo cuatro cosas pero los buenos son ellos, un grupo humano y de futbolistas fantásticos". Alves, además, puso la nota alegre. "¿Esto cuánto vale? Esto no tiene precio", rezaba su camiseta. Hasta que se puso la zamarra azulgrana confeccionada para toda la plantilla, donde se leía en el dorsal, "Rey de Copas, 25". Guardiola puso su guinda: "Se ha hecho un partido excelente porque jugábamos contra 11 jugadores que tenían todo Euskadi a sus espaldas". Pero mandó un mensaje indefinido: "No sé si quiero seguir entrenando mucho tiempo o no, pero si quiero seguir, lo quiero hacer ganando. Si no, me echarán".
Se resistieron los jugadores del Athletic a abandonar el campo a las primeras de cambio. "Su afición es ejemplar. Se ha de apreciar su apoyo", reconoció Piqué. "Son fantásticos también. No han parado de animar y aplaudir", añadió Busquets. Eto'o se puso la bufanda, la txapela y les reconoció su valor. "El ambiente ha sido un espectáculo", ahondó Guardiola. "Los barcelonistas han tocado la gloria", resumió Joan Laporta, presidente azulgrana. "Ganar así nos llena de gozo", remató Guardiola; "los jugadores se lo han currado mucho". Para Guardiola, su mérito es poco. "¿Yo qué influencia tengo cuando Messi hace eso?", respondió. "El fútbol es de ellos. Yo, le meto muchas horas y trabajo. Nada más". Y le mandó un elogio al 10. "Lo que le diferencia a Leo del resto de jugadores es que estos partidos son los suyos. Le gusta, le encanta. Cuidarlo, mimarlo y que se sienta feliz. Estos jugadores no tienen precio", advirtió.
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