Míchel y el ejemplo de Camacho

La primera vez que José Miguel González, Míchel, y José Antonio Camacho coincidieron pocos se imaginaban que, un curso después, su equipo, el Madrid, comenzaría un ciclo de cinco Ligas sucesivas y dos Copas de la UEFA. "¡Cómo olvidarlo! Fue el 2 de septiembre de 1984... Perdimos con el Barça por 0-3 en el Bernabéu, donde más duele, pero tenía claro que de esa mezcla de veteranos y noveles iba a salir algo muy bueno", puntualiza el técnico blanco de entonces, Amancio Amaro. Veinticinco años después, el centrocampista y el defensa, ahora al frente respectivamente del Getafe (34 puntos) y Osasuna (36), se enfrentan mañana con la permanencia en Primera en juego.

"Vamos a tener el corazón partío. Durante 90 minutos tendrán que olvidarse de los aperitivos de después de los entrenamientos, las partidas de parchís, los cabreos de Juanito...", cuenta Gordillo. La generación de futbolistas que coincidió a mediados de los ochenta en Chamartín aguarda el duelo del Coliséum con "curiosidad", indica Buyo. "El momento quizá es más propicio para Camacho, peleón por naturaleza y con más experiencia en los banquillos. Cuando jugábamos, no quería ver a nadie sin sudar la camiseta. Era lo primero que inculcaba a los novatos... No será tan simpático, bromista e imaginativo como Míchel, pero a fuerza de voluntad no le gana nadie", dice Santillana.

"Camacho hablaba cuando debía. Eso siempre me gustó. Era cariñoso, firme y exigente, como tiene que serlo un educador. En cierto modo, lo era. Al cabo, era uno de los encargados de preservar los valores del Madrid. Nosotros estábamos en pleno aprendizaje", interviene Butragueño, que solía compartir habitación con Míchel en las concentraciones.

"Apenas coincidí con él porque yo ya me iba y él recién llegaba", cuenta Vicente del Bosque, uña y carne de Camacho. El seleccionador recuerda cómo fue la llegada del último integrante de la Quinta del Buitre: "Míchel era un chico talentoso que no subió antes del Castilla por cuestión de gustos o necesidades. ¡Menudo era Di Stéfano! Al primero que se encontró fue a Camacho, un ejemplo a seguir. Lo malo sería que hablara y no hiciera nada, pero no era el caso".

"A saber qué le diría [a Míchel]. Supongo que lo que a todos: 'Si naces y mueres en un club como el Madrid, sólo te vale la victoria. Y para eso hay que apretar los dientes", rememora Camacho, a quien Gallego califica de "gladiador": "Infundía un respeto enorme porque, pese a sufrir una terrible lesión, peleó y aguantó al máximo nivel muchos años más".

"José [Camacho] era un ganador nato", sentencia Michel, que, antes de su salto definitivo, debutó en la campaña 1981-1982. "Fue por una huelga de jugadores. Reclamábamos abolir la renovación automática de los contratos. Así que mandaron al Castilla jugar contra el Castellón", recuerda Gallego. "Las nuevas generaciones me tocaban casi siempre. Las metía en vereda. Pero de Míchel no me encargué al principio porque tenía vacaciones tras el subcampeonato en la Eurocopa de 1984", continúa. Un año después, Miguel Muñoz le dio su puesto en La Roja: "¡Vaya con el aprendiz!".

"Míchel contaba con un gran talento. Ha sido de lo mejorcito, un trilero con el balón. Lo que la gente no sabe es que ya entonces analizaba los partidos. Me ponía la cabeza como un bombo... Colócate allí, ponte allá, qué pasaría si... ¡Bastante tenía yo con los centrales y él erre que erre! Siempre tuvo vocación de entrenador", añade Butragueño

"Seguro que sus dos equipos se salvan. ¿Por qué? Porque la derrota no va con Míchel ni con Camacho", apunta Gordillo. "¡Que nadie se lo pierda! Saldrán a cara de perro", concluye Buyo