Las dos almas de Fernando León
Fernando León (Madrid, 1968) está en un momento de tránsito. Abandonado el pasado verano el estudio en el que ha trabajado los últimos 20 años -"una cueva deliciosa"-, el realizador se divide ahora entre dos lugares. También entre dos almas. La de guionista, la soledad absoluta, que desarrolla en su productora Reposado, frente a un corcho plagado de pequeñas fichas ordenadas por secuencias y con una música de fondo que le sirve no sólo de motor de arranque, sino también de poderosa arma para evocar y revisitar emociones, y la de realizador -"esa alma, en realidad, me la he tenido que inventar"-, para la que busca la amistosa acogida del restaurante de la esquina, el Sanabria. Todo, su vivienda incluida, en los alrededores del Museo Reina Sofía, en Madrid. En el bar guardan el Goya a mejor director por Barrio, de 1999, y fotografías de León con Javier Bardem, junto a otras de personajes famosos. También una camiseta enmarcada y firmada de su último largometraje, Princesas, y fotos y carteles del Real Madrid. "Siendo yo del Atlético, no sé lo que me parece", asegura León, a quien en el Sanabria reciben como a un amigo. Allí ha realizado reuniones con actores, preparatorias de sus filmes, así como comidas o cenas de rodaje. En el despacho de la productora, situado muy cerca, en los bajos de un convento de clausura enrejado, es donde ha terminado de escribir lo que será su próximo proyecto. El filme, del que no quiere dar el título porque no está muy convencido, es la historia de una mujer joven con dificultades económicas y su relación con un señor mayor al que cuida durante un verano. En sus largas charlas en una habitación de una ciudad cualquiera, la mujer y el hombre descubrirán sentimientos complementarios e historias de corazón muy similares. Todavía está León realizando el casting de la que será la protagonista femenina, tras lo cual se pondrá a la búsqueda del que realizará el papel del señor mayor y del resto de los actores, en una coproducción de Reposado y Mediapro, cuyo rodaje está previsto para el próximo verano. La película, como todas las anteriores suyas, la guarda el director en un centenar de fichas escritas, una por cada escena, cogidas con una goma como si de una baraja de cartas se tratara. Y se la guarda en el bolsillo y la enseña, mientras muestra el siguiente guión, también en fichas, pero de momento éstas colocadas por orden y en colores diferentes en el gran corcho frente a su mesa. Después de su próximo filme, el realizador intentará la aventura de una novela, cuyo esbozo ya ha presentado en una editorial. "Me da mucho respeto pero no me gustaría dejar de intentarlo".
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