El campeón de la década
El Panathinaikos gana su quinto título, el séptimo de su técnico, Obradovic, tras fallar Siskauskas un triple final para el CSKA
Con la energía de Obradovic, su entrenador; con la fluidez y sabiduría en el juego de Jasikevicius, su base; con el poderío de una plantilla que rebosa calidad y efectivos de primer nivel, pero sufriendo hasta la última milésima, el Panathinaikos se llevó la Euroliga. Su descomunal acelerón inicial fue tan relevante como su capacidad para sufrir y mantenerse bajo mínimos después. Imposible soslayar el factor suerte en una final que pudo cambiar de dueño en un ultimísimo triple de Siskauskas. El aro escupió el balón y el CSKA de Moscú vio cruelmente frustrada la que habría sido una remontada histórica.
La enorme ventaja del Panathinaikos se fraguó precisamente con una implacable labor defensiva sobre Siskauskas, el hombre que destrozó al Regal Barcelona en la semifinal. También con un festival de triples que descosió a la defensa moscovita. Abrió así un abismo ya mediado el partido (51-28) que ponía un precio que parecía prohibitivo a cualquier intento de remontada.
PANATHINAIKOS 73 - CSKA MOSCÚ 71
Panathinaikos: Spanoulis (13), Perperoglou (6), Fotsis (13), Nicholas (7) y Pekovic (6) -equipo inicial-; Batiste (6), Tsartsaris (2), Diamantidis (10) y Jasikevicius (10).
CSKA Moscú: Smodis (9), Holden (14), Lorbek (5), Langdon (13) y Khryapa (9); Zisis (0), Siskauskas (13), Kaun (3), Planinic (5) y Morris (0).
Árbitros: Arteaga (España), Brazauskas (Lituania) y Bachar (Israel). Eliminaron por personales a Fotsis, Tsartsaris y Khryapa.
13.238 espectadores en el pabellón O2 World, de Berlín.
El Panathinaikos no logró empezar como quería, marcando distancias en el interior de la zona. No tardó ni cinco minutos en cogerle el tranquillo al juego. Spanoulis tuvo que romper el muro del CSKA a base de penetraciones, dado que se le hacía imposible meter balones a sus pívots, Pekovic primero y Batiste después. El CSKA acusó pronto el desgaste defensivo y su inferioridad tras una falta y una técnica de Khryapa.
La entrada en acción de Jasikevicius y Diamantidis le dieron el primer acelerón al juego del Panathinaikos. El CSKA intentó guarecerse con una zona. Los griegos la descosieron con una salva de triples, 10 en 17 intentos, que llevaron el marcador a unos números insospechados: 56-33. A partir de ahí empezó otro partido. El CSKA movió mejor el balón, empezó a acertar con los triples y paralizó casi por completo el ataque del Panathinaikos.
Los 23 puntos de diferencia se fueron esfumando con la misma rapidez que habían llegado. El final fue dramático. Un triple de Siskauskas puso el 70-69 en el marcador a 26 segundos del final. Diamantidis anotó un tiro libre. Siskauskas, otro. Jasikevicius, otro. Nadie acertó con los dos a los que dieron lugar el carrusel de faltas. Pero el de Jasikevicius elevó el 73-71 al marcador a falta de 5,6 segundos. El último balón fue a parar a Siskauskas. Falló y se frustró el sueño del CSKA.
El quinto título para el equipo de Atenas, el séptimo para su entrenador, el serbio Zeljko Obradovic, marca una era. Es la referencia del baloncesto de la primera década del siglo, capaz de dejar a años luz a su mayor opositor, el CSKA, al que los griegos ya habían vencido en la final de 2007.
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