Pólemica sobre la Seguridad Social
En los últimos días hemos asistido a un intercambio de opiniones sobre la viabilidad del sistema público de pensiones. Un tema que resurge periódicamente, sobre todo cuando hay dificultades económicas. Surgen entonces voces que advierten de que el sistema de Seguridad Social puede quebrar en un medio-largo plazo. Se trata en general de personalidades del mundo financiero o monetario, rápidamente contestadas por defensores a ultranza del Estado de bienestar, que tratan de frenar la inquietud de la sociedad.
El sistema vigente en España, de reparto, se sostiene sobre una población activa que sufraga (de su bolsillo) las prestaciones de la población pasiva. De ahí que cualquier mensaje que pueda hacer intuir a estos actuales trabajadores que cuando les llegue su momento no van a poder percibir lo que en justicia les corresponde puede generar un fuerte desasosiego social. Pero ¿hay motivos para la alarma?
No es el mejor momento económico. La crisis ha reducido, sobre todo en España, el número de trabajadores en activo contribuyentes netos (incrementando en paralelo los sostenidos por el sistema), por lo que las cuentas de la Seguridad Social no están en situación boyante. Aunque quizá más alarmante es la evolución de los índices de natalidad, donde el cada vez menor número de nacimientos, unido a la mejora de la esperanza de vida, podría hacer quebrar las cuentas futuras.
Pero es posible que plantearse lo que puede suceder dentro de un periodo amplio de años pueda resultar precipitado. Si de algo podemos estar seguros es de que la realidad pocas veces se ajusta a las previsiones y que lo que pueda ocurrir a 30 años vista resulta, cuando menos, confuso.
Lo cierto es que si el futuro se nos muestra inquietante, estamos aún a tiempo de adoptar medidas para corregir los posibles desequilibrios que puedan sobrevenir. De ahí que surjan todo tipo de propuestas: subir la edad de jubilación, aumentar el periodo de vida laboral preciso para su cálculo, suprimir los topes en la cotización.... Muchas de estas medidas han suscitado fuertes críticas, aunque sus defensores argumentan que ya han sido adoptadas en países de nuestro entorno. De cualquier forma, buscar el consenso y huir de eventuales previsiones apocalípticas es quizá la mejor de las soluciones.
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