La poesía crece en las ramas
Vecinos de Córdoba cogen de los árboles miles de ejemplares de una antología
-Qué choriza eres, ¿no?
-Pues no, que están aquí para cogerlos.
Dicho y hecho. Un suave tirón y la vecina de Córdoba se hizo con el libro que pendía del naranjo. Ayer por la mañana, los cordobeses, que andaban ligeros y adormilados por calles céntricas de la ciudad, encontraron que, de los árboles, colgaban frutos extraños. Eran libros. Más extravagante todavía: eran libros de poesía.
El regalo era recibido con caras de extrañeza por los peatones, pero la mayoría se paraba ante semejante fenómeno. Volteaba el volumen, envuelto en una funda de plástico y unido a la rama por un cordel rojo. Leía su título: Entre el puente y el río. Alguno miraba a izquierda y a derecha para ver si alguien le observaba. Y la mayoría tiraba del libro. Y se lo llevaba. Misión cumplida. El certamen Cosmopoética, que se celebra estos días, daba así un paso más en su voluntad de huir de los espacios cerrados y académicos y hacerse visible para todos los ciudadanos en las calles de Córdoba.
Cosmopoética tiene como objetivo huir de los espacios académicos
Para que crezcan poemas de los árboles, antes ha habido que plantar sus versos. El huerto escogido fue el Puente Romano, donde hace dos días se realizó una intervención artística consistente en abonar las baldosas con versos extraídos de la antología Entre el puente y el río, que reúne a 40 poetas -desde clásicos del Siglo de Oro, como Luis de Góngora, a contemporáneos, como Elena Medel- que han escrito sobre el Guadalquivir y el puente cordobés.
"Queríamos que todos fuesen partícipes de la antología. Pero fue al final cuando se nos ocurrió que, en vez de dar los libros en mano por la calle como si tal cosa, podíamos colgarlos de los árboles, para que la gente los descubriese por la mañana y pudiese llevárselos", explica Antonio Lucena, uno de los organizadores de la actividad.
Y la respuesta, en general, no pudo ser mejor. José Andrés, arquitecto de 38 años, aceleró el paso por la plaza de las Tendillas. En una entrevista casi a la carrera, se alegraba de experiencias así. "Es una magnífica idea. Me ha dado la impresión de que Cosmopoética se encerraba un poco en sí misma, y cosas así ayudan a hacerla más visible. La acerca a la gente", afirmó.
Poco después, Miguel, de 32 años, con un tono más bien irónico, confiaba en que "quizás esta idea sea una semilla que germine en las nuevas generaciones". "En todo caso, me encanta el olor del papel por la mañana", dijo entre risas. Para ayudar a resolver su duda sobre los jóvenes, nada mejor que preguntar a un profesor. A las puertas del vecino IES Luis de Góngora, José Manuel Barroso advierte: "En este centro tenemos un certamen de literatura rápida y salen cosas muy buenas. Iniciativas como esta de ofrecer poesía desde los árboles, pueden servir para acercar más la literatura a los chavales. Y eso siempre es bueno".
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