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Reportaje:Vuelta de los cuartos de la Liga de Campeones

Una tragedia sin cicatrizar

El Liverpool recuerda a los 96 aficionados fallecidos en Hillsborough hace hoy 20 años

"Pregúnteme lo que quiera: del Liverpool o de la Liga española. Pero no de la tragedia de Hillsborough", suplicaba ayer John Aldridge, ex delantero centro del Liverpool y de la Real Sociedad y uno de los testigos de la muerte de 96 personas por aplastamiento y asfixia en la semifinal de la Copa inglesa entre el Liverpool y el Nottingham en el estadio del Sheffield el 15 de abril de 1989. Veinte años después, las heridas siguen abiertas. Son muchos los que no han querido recordar el horror. Kenny Dalglish, entonces entrenador del Liverpool, rompió el mes pasado un silencio de cuatro lustros: "Es algo que nadie tendría que olvidar. La policía y la federación debieron retrasar el inicio del partido. Ni Brian Clough [técnico del Nottingham] ni yo nos habríamos opuesto. Después nos aseguramos de que alguien del Liverpool estuviera en cada uno de los 96 funerales. Creo que las familias lo agradecieron".

A partir de entonces se quitaron las vallas y todas las localidades fueron de asiento
La víctima más joven, John Paul Gilhooley, de 10 años, era primo hermano de Gerrard

Las familias de las víctimas siguen luchando para que se haga justicia. Nadie ha sido hallado culpable a pesar de que, el 4 de agosto de ese año, lord Taylor elaboró un informe en el que exculpaba a los aficionados y acusaba a la policía de mala planificación y de escasa capacidad de reacción. Los agentes abrieron una puerta y permitieron la entrada en tropel de miles de aficionados que se agolparon contra la multitud de la ya repleta grada de Leppings Lane. Los hinchas de la parte delantera fueron empujados hacia la valla metálica, cuyo uso era habitual para evitar las invasiones del campo. Algunos trataron de escapar escalándola. El informe Taylor dio esperanzas a las familias, pero un tribunal de Sheffield dictaminó que las muertes habían sido accidentales. El expediente disciplinario al jefe de policía, David Duckenfield, fue archivado cuando se retiró a los 46 años por prescripción médica. Ninguna compensación moral o económica llegó a los familiares. La mayoría sólo recibió los gastos de los funerales. Como contraste, 14 oficiales "traumatizados" cobraron 1,2 millones de libras. En 1997, lord Stuart Smith reabrió el caso, pero con idénticos resultados.

"Este club ha luchado por que se haga justicia y seguirá haciéndolo", subrayó esta semana el capitán del Liverpool, Steven Gerrard, que perdió en Hillsborough a su primo John Paul Gilhooley, de 10 años, el más joven de los muertos. "Es importante que estas personas sean recordadas individualmente y no como un número. Hemos estado juntos desde ese día. Eso demuestra qué clase de club somos", agregó.

Construido en 1899, Hillsborough era uno de esos estadios decrépitos que poco habían cambiado desde la época victoriana. En la mente de los políticos predominaba el control de la violencia tribal, no la seguridad de las masas. Y, a pesar de que la tragedia no fue consecuencia de actos violentos, la primera ministra, Margaret Thatcher, dictó el Football Spectator Act a fin de erradicar el hooliganismo y mejorar la seguridad en los estadios. Las vallas fueron retiradas, se obligó a que todos los espectadores estuvieran sentados y se empezó a tratar a los seguidores como a seres humanos. Las medidas tuvieron un efecto expansivo en Europa. Y el fútbol inglés se convirtió en un potente imán para inversores, jugadores y consumidores de todo el planeta.

"La mañana del 15 de abril de 1989 no podía ser más perfecta. El optimismo primaveral inundaba los corazones de los hinchas del Liverpool", relató ayer en el Daily Mirror el periodista Brian Reade, presente en Sheffield ese fatídico día. El portero red Bruce Grobbelaar, a escasos metros del desastre, fue uno de los primeros en darse cuenta. "Había gente con las caras pegadas a la valla diciéndome: 'Bruce, ¿nos puedes ayudar? No podemos respirar'. Así que pedí a una policía que abriera la puerta y me respondió que debía autorizarla su jefe". El aficionado Eddie Spearrit, que perdió a su hijo Adam, de 14 años, explicó: "Dijeron que fue una avalancha, pero fue un aumento de presión constante y lenta hasta que no podías respirar". En su descargo, Duckenfield dijo que una turba de hooligans había entrado en el estadio y se había matado entre sí. Borrachos y sin entradas. El presidente de la UEFA, Jacques George, abundó en esa hipótesis: "Fueron como bestias cargando en la arena". El editor del Sun, Kelvin McKenzie, fue más lejos: "Algunos fans robaron de los bolsillos de las víctimas. Otros orinaron sobre el cuerpo de los fallecidos". Un cuchillo que penetró en las familias de las víctimas que trataban de enterrar a sus seres queridos. Cientos de copias del Sun fueron destruidas. Los distribuidores se negaron a tocar el periódico. Los quiosqueros, a guardarlos. Un boicoteo que sigue vigente a orillas del río Mersey.

El entonces director general del Liverpool, Peter Robinson, convirtió Anfield en un santuario. Una tercera parte del campo se cubrió de flores, bufandas de diferentes equipos y mensajes de apoyo. Los jugadores atendieron docenas de funerales. Y Aldridge se derrumbó: "Me debilitó física, emocional y mentalmente. Trataba de ir a correr, pero no podía. Me preguntaba si podría volver a jugar". Lo hizo y tres semanas después marcó dos goles en la victoria de la semifinal ante el Nottingham. En una final muy emotiva, el Liverpool ganó al Everton. Lo contrario que cuatro años antes, derrotado ante el Juventus en otra final tristísima precedida de la tragedia de Heysel, en Bruselas, en la que fallecieron 39 hinchas de la Juve tras el ataque de los hooligans ingleses. "Las heridas nunca cicatrizarán. Los fans y los jugadores nunca lo olvidaremos", concluyó Gerrard.

Seguidores aplastados contra las vallas en el estadio de Hillsborough el 15 de abril de 1989.
Seguidores aplastados contra las vallas en el estadio de Hillsborough el 15 de abril de 1989.AP
El monumento a las víctimas que existe desde entonces en Anfield.
El monumento a las víctimas que existe desde entonces en Anfield.ASSOCIATED PRESS

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