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Crítica:LIBROS | Ensayo
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Invitaciones a la filosofía

Filosofía. Stéphane Ferret (1960) invita a filosofar sin apenas mencionar nombres de grandes pensadores. Este doctor en filosofía por la Sorbona, consultor de empresa y autor de éxito en Francia propone corrosivos "experimentos mentales" que animan a pensar más allá de la lógica y del sentido común. Por ejemplo: "Imagínese que un científico loco va cortando pequeñas porciones de su cuerpo con la intención de probar hasta dónde llega su identidad". Con este tipo de supuestos plantea preguntas como: ¿qué son las cosas? ¿Y las acciones? O si existe el mundo que llamamos real, además de otras acerca de la libertad, los otros o la relación del cerebro con nuestros actos. Son interrogantes filosóficos de difícil respuesta, suscitados por el enfrentamiento cotidiano con el mundo. Ferret acerca la filosofía a los no filósofos, plantea cuestiones sin resolver y aporta alternativas dignas de reflexión; es estimulante, original y ameno.

Más clásico en la forma es Leszek Kolakowski (1927): su libro contiene una breve relación de las inspiraciones de los pensadores más señeros de Occidente. El filósofo polaco impartió estas lecciones, concisas y espontáneas, para rememorar la historia de las ideas desde Parménides hasta Husserl, Jaspers y Heidegger, sin olvidar a Plotino y Eckhart. Con apenas unas pinceladas, en un estilo claro, muy bien traducido, encontramos otra invitación a reflexionar y un estupendo breviario para tiempos de vacío.

El filósofo neoyorquino Simon Critchley (1960) nos acerca a la filosofía de otra manera: reúne 190 "muertes de filósofos", algunas poco "filosóficas", en este entretenido volumen. El gran Montaigne lo inspira en su proyecto: "Si yo fuera un hacedor de libros haría un registro comentado de las distintas muertes; quien enseñara a los hombres a morir les enseñaría a vivir", escribió el gran pensador. Y Critchley, con mayor o menor acierto, repasa la historia del pensamiento atento al final de los hombres y mujeres que tanto nos aportaron con sus reflexiones sobre la vida y la muerte: hay filósofos occidentales y orientales así como también algunos escritores. En suma, el lector encuentra un prontuario de anécdotas entre banales y macabras: el idealista escocés Berkeley murió mientras su esposa le leía la Biblia; se marchó de manera apacible, pero sin terminarse el té. A Hannah Arendt, fumadora empedernida, le sobrevino un infarto mientras servía café a unos amigos. Séneca se abrió las venas por orden de Nerón, pero antes se despidió de su familia, igual que Sócrates de sus discípulos, con serenidad y convencido de que su alma ascendía a un ámbito superior. La inteligente Hipatia, matemática pagana, murió asesinada por un grupo de cristianos exaltados que descuartizaron su cuerpo. Descartes pereció por el frío que pasó en Estocolmo cuando la reina Cristina de Suecia lo hacía levantarse a las cinco de la madrugada para que le diera clases de aritmética. Cicerón fue decapitado en una carretera romana; Wittgenstein, antes de exhalar su último suspiro, manifestó que su vida había sido "muy feliz". La fenomenóloga judía Edith Stein sucumbió en Auschwitz. Zenón de Elea se portó como un valiente al abalanzarse sobre el tirano que lo condenó a muerte y arrancarle una oreja de un mordisco. A Gadamer, que vivió 102 años, le preguntaron qué pensaba de la muerte: "Una de las cosas más desagradables que forman parte de la vida", contestó. Schopenhauer, pesimista, sentenció que la vida es dolor y que la muerte es la musa de la filosofía, sin muerte no filosofamos. Spinoza, que era optimista, decía que no es aquélla la que incita a semejantes menesteres, sino la vida misma, con todas sus gradaciones de sufrimiento y placer.

Algo de mofa gratuita, alguna imprecisión en la traducción (¿por qué "platonistas" en vez de "platónicos"?), pero, en suma, muchas ideas valiosas. -

. Traducción de Ana Escartín Arilla. Gredos. Madrid, 2008. 176 páginas. 20 euros. Las preguntas de los grandes filósofos.

. Traducción de Anna Rubió y Jerzy Slawomirski. Arcadia. Barcelona, 2008. 266 páginas. 22 euros. El libro de los filósofos muertos.

. Traducción de Alejandro Pradera. Taurus. Madrid, 2008. 362 páginas. 21 euros.

Lecciones de cosas. Una introducción a la filosofía. Stéphane Ferret Leszek Kolakowski Simon Critchley

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