Un estafador de manual
En estos tiempos que corren resulta verdaderamente paradójico poder comprobar cómo un estafador de manual puede quedar en libertad, tras haberle sido declarados prescritos los delitos que se le imputaban de falsedad y apropiación indebida desde 1991.
Su gestión en una sucursal bancaria de la capital cántabra no pudo ser más productiva, -para él, naturalmente-, arramplando con un montón de pasta gansa a la vez que se fugaba a toda pastilla rumbo al lindo país mexicano.
Y es que se da la circunstancia de que ahorita mismo, este amigo de lo ajeno, nos acaba de aparecer por estos lares extraditado por la policía del país azteca, eso sí, con cara de no haber roto un plato en su vida y dispuesto a disfrutar su jubilación plácidamente, como tiene derecho todo hijo de vecino.
Seguro que este angelito -más pronto que tarde- es carne de cañón de algún programa de televisión que lo convierte en más popular fichándolo para aumentar su audiencia y, de paso, llenarle todavía más de euros sus bolsillos.
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