El Valencia vuelve a sus orígenes
Emery rejuvenece a su equipo y golea a un inconstante y blando Getafe
El Valencia encontró dos argumentos para reinventarse en Mestalla. De un lado, las buenas vibraciones que traían de su periplo con España los chicos del ataque (Villa, Silva y Mata). De otro, el rejuvenecimiento que supuso la entrada de Fernandes y Michel como mediocentros titulares y no como recambios de última hora. El resultado fue un equipo que se pareció mucho al de principio de curso: fresco, alegre y punzante. Casualmente, el club ha salido esta semana con un préstamo de la parálisis económica que lo atenazaba y se dispone a pagar ahora a sus jugadores, que ayer se ganaron el jornal. El público se lo pasó en grande y despidió a Villa como se merece uno de los mejores delanteros de la historia de la entidad, tanto si la abandona a final de temporada como si no. ¿El Getafe? Blando e inconstante, arrancando bien en cada periodo, pero desinflándose al primer golpe certero que le daba el Valencia.
VALENCIA 4 - GETAFE 1
Valencia: César; Albiol, Albelda, Maduro, Moretti; Pablo Hernández, Fernandes, Michel (Edu, m. 60), Mata; Silva (Vicente, m. 77) y Villa (Morientes, m. 74). No utilizados: Guaita; Carleto, Joaquín y Miguel.
Getafe: Jacobo; Cortés, Belenguer, Mario, Licht (Casquero, m. 46); Manu del Moral, Celestini, Granero, Gavilán; Uche (Contra, 69) y Soldado (Ustari, m. 58). No utilizados: Cotelo, Alfín y Rafa.
Goles: 1-0. M. 20. Pase de Silva a Mata, que para con la izquierda y marca con la derecha. 2-0. M. 24. Villa, de penalti. 2-1. M. 49. Casquero, de penalti. 3-1. M. 55. Zurdazo raso de Albiol desde fuera del área. 4-1. M. 59. Villa, de penalti.
Árbitro: Clos Gómez. Expulsó a Jacobo (m. 58) por doble amarilla. Amonestó a Mario, Soldado, Michel y Contra.
Unos 35.000 espectadores en Mestalla.
La selección tuvo un efecto balsámico en los internacionales valencianistas
La selección tuvo un efecto balsámico en las estrellas del Valencia. Regresaron como nuevos. Trajeron viento fresco. La primera parte de Silva, Villa y Mata resultó primorosa. Acompañados por un brillante Pablo Hernández, constituyeron un ataque de cuatro tan intenso como preciosista. Pases, desmarques, quiebros y remates desarbolaron a la defensa del Getafe, que no se esperaba la sinfonía. El cuadro de Víctor Muñoz fue abiertamente a por el partido. Y abrigó la esperanza de llevárselo en unos primeros instantes en los que se plantaba con facilidad ante César. A poco que Del Moral se abriera a la banda y Soldado se filtrara entre Maduro y Albelda, centrales circunstanciales. Pero muy efectivos ayer, sobre todo en el caso de Albelda, que tiró de jerarquía y de anticipación para pasar el trago con una enorme dignidad. Tal vez sea ese su futuro inmediato, el de recluirse en la defensa, puesto que en el centro del campo ya le falta la movilidad que tuvo durante años.
Ese espacio lo ocuparon con éxito Fernandes y Michel, que oxigenaron esa parcela en tantas ocasiones pasto de los elefantes. Michel invita al optimismo. Piernas largas y flexibles, el chico aparece por todos lados, con una notable dotación técnica en ambas piernas para que el balón circule por donde conviene. Se equivoca a menudo, pero vuelve a intentarlo. De eso se trata cuando uno quiere ganarse un puesto entre la élite. Víctor Muñoz advirtió que su equipo había perdido el sitio y mandó calentar a Casquero. Entró tras el descanso. Y marcó enseguida de penalti. El Getafe volvió a dominar la medular y se sintió preparado para empatar. Hasta que Albiol quiso. El central valenciano, ayer como lateral, lanzó un contragolpe demoledor. Le acompañaba Villa, que le marcaba el desmarque con la mano. Pero Albiol prefirió soltar un zurdazo que adquirió fuerza y dirección justo hacia el palo más alejado. Tantas veces culpado de unos y otros marrones, Albiol, otro internacional, se dio un banquete. Se desquitó de muchas tardes ingratas. A la contra, los chicos de Emery llegaron profusamente, con Villa siempre dispuesto a fustigar al Getafe. Propició la salida aparatosa de Jacobo y la expulsión del meta, además del segundo penalti que transformaría El Guaje. Esta vez sin engañar a Ustari, que, recién entrado en el campo, anduvo frío para atajarlo.
Mestalla despidió entonces a Villa como sólo despide a los más grandes.
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