Fusiones para un pastel cada vez más pequeño
Las cajas de ahorros se preparan para dibujar un nuevo mapa que, tras la crisis, tendrá menos actores
El vals está a punto de empezar. Aún no están escritos en el carné de baile los nombres de las parejas, pero son pocas las cajas de ahorros que en España no han empezado ya a garabatear en él socios que puedan aportarles valor, eficiencia o complementariedades geográficas... un capote que les evite la intervención si el deterioro de la economía continúa agravándose.
El respaldo con dinero público de Caja Castilla-La Mancha ha tenido el efecto de un despertador estridente a primera hora de la mañana, a pesar de que el Banco de España hace tiempo que está dibujando escenarios sobre la resistencia de la solvencia de cada una de las entidades financieras del sistema ante un empeoramiento continuado del paisaje económico.
La exposición al ladrillo de las cajas deja pequeño su colchón de provisiones
El Banco de España prioriza las soluciones privadas, entre cajas, antes de intervenir
Todo apunta a que veremos fusiones alrededor de cajas medianas
Entre otros, hay dos porqués. El primero, que en un contexto de crédito caro y escaso, y con los mercados mayoristas lejos de la barra libre del pasado, vamos hacia un pastel más pequeño, con menos trozos a repartir, y eso implica que hay menos actores en escena y la búsqueda de sinergias, reestructuraciones y concentraciones. La segunda razón tiene que ver con la conocida querencia de los españoles por comprarse la casa en la que viven o en la que desean pasar sus vacaciones y aparcar su ahorro, aprovechando los años del dinero barato y fácil.
Según el Banco de España, del billón de euros en créditos concedidos en 2008 por el sistema financiero español, 479.943 millones fueron a parar a manos de constructores y a promotores inmobiliarios. A las cajas les corresponden 243.456 millones (197.782, en el caso de los bancos). Eso, al margen de las hipotecas a particulares. La paralización casi total del sector que ha tirado durante años de la economía española ha puesto a unos y a otros -más a las cajas- en una exposición al riesgo tremenda. De 19.988 millones de créditos dudosos que suman las cajas, 15.919 tienen que ver con empresarios del ladrillo (8.378 de 14.247 en el caso de los bancos). El colchón de beneficios pasados y de provisiones forzadas por la prudencia del Banco de España han parado el golpe hasta ahora. Pero puede no ser suficiente.
"Las provisiones pueden paliar el ciclo, pero es probable que no sean suficientes en el actual entorno, considerando que algunas entidades ya arrojan coberturas por debajo del 50%", afirma un informe de Credit Suisse sobre la situación de las cajas. El estudio descarta una crisis sistémica, pero sí apunta que el sistema podría necesitar una recapitalización en 2009-2010 del orden de 60.000 millones de euros. En línea con lo que dijo esta semana en el Congreso de los Diputados, el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, Credit Suisse constata los corsés de las cajas, frente a los bancos, a la hora de intentar reforzar su capital. Alerta de que las fusiones no siempre crean valor, de que dificultades para vender activos industriales (Criteria, de La Caixa, ha salido a Bolsa, Cibeles, de Caja Madrid, es un proyecto) o del escaso atractivo en este momento de la obtención de recursos emitiendo cuotas participativas (sólo la CAM lo ha hecho).
La obsesión del supervisor, del Gobierno y de las autoridades autonómicas coincide: "Hay que anticiparse a los problemas, actuar antes de que lleguen, no dando órdenes, y sí vigilando la gestión y propiciando que las entidades valoren distintas iniciativas", señalan fuentes de la Generalitat.
Anticiparse es la clave. "En este momento, podemos prever que alguna caja enferme. Pero tal vez con algunas aspirinas se cure. Hay que ser responsable. No se puede de golpe proclamar que todos los enfermos tienen cáncer", se quejan fuentes próximas al supervisor, preguntadas sobre las declaraciones del consejero Guillem López Casasnovas, que consideró "una ficción" que todas las cajas estén sanas, en plena epidemia financiera.
Primero, gestión, luego búsqueda de novio y, si no cuaja, toca la intervención. El sector lo ve igual. "No hay que distraerse con el run run de las fusiones. No antes de hora. Lo que hay que hacer es trabajar con profesionalidad. Lo importante no es la situación de partida, aunque sea mala, sino qué se hace para corregirla. Supongo que, si hay que pedir ayuda o encararse hacia la concentración, será más fácil si se están haciendo los deberes", espeta, un poco molesto por la presión de la rumorología, el director general de una caja de ahorros española. ¿Combinaciones? "No sé. Esto es geometría variable", se escapa.
La mayor de las cajas europeas, La Caixa, ha dejado claro que las fusiones no le interesan. Sobre todo, con otra caja catalana. Poco valor podría aportarle, si se tiene en cuenta que uno de cada tres catalanes tiene alguna vinculación con la entidad. Las duplicidades de la red y de los servicios centrales serían enormes, sobre todo en el caso de que la pareja elegida fuera nada menos que la número dos de la comunidad, Caixa Catalunya. Fuentes del sector creen descabellada una de las, sin embargo, protagonistas intermitentes de los mentideros, aunque algunos expertos subrayan que no se trata sólo de buscar complementariedades.
"El debate sobre qué es mejor no está resuelto. Es cierto que una caja de una comunidad y otra de otra comunidad se complementan mejor por presencia geográfica, pero también es más difícil que racionalicen la red y ganen eficiencia", señala, en este sentido, Xavier Adserà, presidente del Instituto Español de Analistas Financieros y del patronato de la Fundación de Estudios Financieros. La racionalidad explicaba el sentido de la truncada fusión de las cajas vascas (BBK, Kutxa y Vital). La Caixa y otras competidoras suyas preferirían que el foco se pusiera más la emisión de subordinadas con el aval del Estado. La feroz guerra de poder en Caja Madrid complica la fluidez de eventuales movimientos de ficha a corto plazo. Fuentes políticas, tanto socialistas como nacionalistas, sí dan por hecho que veremos un proceso de concentración entre varias entidades, alrededor de Caixa Catalunya, por un lado, y de Caixa Penedès, la tercera de la comunidad, por el otro. -
¿Hacia un cambio legal?
Uno de los mayores temores de las cajas radica en que la mala gestión en Caja Castilla-La Mancha (CCM) y el pulso político en Caja Madrid acabe siendo el pretexto perfecto para que el Gobierno dé un puñetazo sobre la mesa y acometa nuevos cambios legales. La presión de la banca también aprieta en la misma dirección, bajo el permanente contexto de las dificultades para explicar la particular naturaleza de las cajas españolas (no tienen accionistas) a los organismos internacionales. Las cajas han avanzado en transparencia en los últimos cinco años, pero hoy aún no es posible conocer algunos niveles de morosidad, ni cuál es el core capital de algunas entidades, ni lo que cobra un director general de una caja. Los niveles de morosidad de febrero, según la patronal CECA, alcanzaron el 4,69%, cuando al cierre de 2008 estaba en el 3,65% (2,39% en el caso de la banca en 2008, según la patronal AEB).
Al Ministerio de Economía se le atribuye la intención de aprobar una normativa básica de cajas para restringir la presencia política en los órganos de dirección de las entidades, lo que ha desatado inquietud en algunas comunidades autónomas ante una hipotética invasión de competencias. El Gobierno catalán se ha apresurado a defender el modelo de cajas de la comunidad. En los órganos de gobierno de las cajas catalanas no hay presencia de representantes de los grupos políticos del Parlamento autónomo, aunque sí de corporaciones locales.
La reclamación en el Congreso por parte del gobernador Miguel Ángel Fernández Ordóñez de cambios legales que permitan a las cajas ampliar recursos propios "con una facilidad parecida a la que tienen los bancos", acercándose al tema sensible de una eventual privatización, provocó un choque frontal con el portavoz de Economía de CiU, Josep Sánchez Llibre. "Sería inadmisible e incluso insultante" cambiar la ley "por la lucha por el poder político en alguna institución o por alguna mala gestión", se enfadó éste. En la misma línea se pronunció el portavoz de Economía del PP, Cristóbal Montoro, quien alertó del peligro de alejar a las cajas "de sus principios fundamentales". -
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