Atractivo diferencial
La crisis ha propiciado un incremento considerable de la deuda de las administraciones públicas, cuyo saldo a final de 2008 aumentó casi un 14%. Para 2009 es previsible que se intensifique su apelación a los mercados de capitales, pudiendo alcanzarse los 30.000 millones de euros de endeudamiento bruto entre gobiernos locales y regionales. Aun siendo una cantidad muy relevante, apenas es la décima parte del volumen que va a emitir el Reino de España, ICO y entidades financieras con aval del Tesoro.
A causa de ello, las primas de riesgo se han resentido de forma notable, hasta los 0,80 puntos porcentuales en el caso del Tesoro y más de 2 puntos en operaciones de algunas comunidades autónomas. Podría pensarse que esta mayor penalización de los mercados a las administraciones territoriales -que redunda en un atractivo diferencial para el inversor- es el resultado del deterioro de sus cuentas públicas. Sin embargo, ni sus niveles de deuda sobre PIB son inquietantes, en media las comunidades autónomas representan un 6% del PIB y un 3% las corporaciones locales, ni sus necesidades de financiación han crecido mucho más que las del Estado en este periodo.
Mala noticia sería que, en el contexto actual, trasciendan las dificultades financieras de algún gobierno autonómico
De hecho, el mercado apenas discrimina entre gobiernos regionales. Todos acusan la saturación de líneas crediticias e inversoras con riesgo español, un espacio que están ocupando emisiones avaladas de las entidades financieras, y su menor penetración entre inversores internacionales y la regionalización de los mercados, que está reduciendo la concurrencia de prestamistas a las entidades domésticas como hace una década.
Para contrarrestar estos fallos del mercado, a los gobiernos locales y regionales les corresponde hacer una gestión más eficaz del gasto público y afrontar los próximos ejercicios concienciados del comportamiento adverso de los recursos. Pero la Administración Central podría contribuir a suavizar la brecha despejando el horizonte de la nueva financiación y agilizando los procesos de tutela para no hipotecar el resultado de las operaciones de deuda a las condiciones de mercado del último trimestre. Y, por qué no, tampoco sería descabellado proponerse soluciones imaginativas como las planteadas para el sector financiero. Mala noticia sería para esta economía que, en el contexto actual, trascendieran las dificultades financieras de alguno de sus gobiernos.
Johanna Prieto y César Cantalapiedra son profesores de la Escuela de Finanzas Aplicadas.
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