"Nuestra afición ha estado fantástica"
Plaza agradece el apoyo de los seguidores y espera que mañana sean "aún más duros"
Eran pocos, pero ruidosos. La peña de los Berserkers llegó al pabellón de Vistalegre reclamando sudor, tensión y hambre. Por encima de la estética, la victoria. "¡Al ataque, cueste lo que cueste! ¡Vamos, Real!", gritaban mientras el Madrid peleaba por seguir vivo frente al Olympiacos, temible rival. Vociferaron los chicos y las chicas de morado, exigieron "¡ruido!" y "¡presión!" los neones de la pantalla gigante y el Madrid respondió con la victoria tras un ejercicio brutal en la defensa para compensar el atasco en los triples (dos de 19). Así tendrá mañana, de nuevo al calor de su afición, la oportunidad de alargar la eliminatoria hasta el quinto partido, en Atenas.
"Hemos demostrado deseo y ganas de volver a Grecia y pelear allí", dijo el técnico, Joan Plaza, que consiguió imponer sus órdenes al griterío, el gesto contraído, la figura doblada por el esfuerzo, en cuclillas. "Nos merecemos empatar esta serie, poner el listón alto y que en Grecia gane quien pueda. El público ha estado fantástico. Espero que el jueves sea aún más duro", añadió.
Para los griegos, curtidos en su vociferante Liga, Vistalegre fue una sorpresa. Lo resumió Panagiotis Yannakis, su preparador, con su sonrisa desencantada de viejo zorro. "Lo siento, mi equipo no estuvo sobre la pista durante la primera mitad", dijo antes de lamentar la baja de Vujcic, lesionado; "si quieres llegar a lo más alto, debes aprender a jugar con esta presión".
Papaloukas, una de sus estrellas, vivió aquello con desesperación y enfrentado a sus compañeros. Primero pidió calma desde el banquillo. Luego, salió a la pista con aires de mariscal y fue acogido con gritos, sonido de trompetas y pitidos. El recibimiento destinado a los enemigos. Acabó frustrado, golpeando las manos de Greer cuando éste reclamaba pasos de Reyes, gritándole de todo a Massey tras anotar un triple en su cara y escuchando los rugidos del estadio.
El Madrid sigue vivo. Vistalegre, que para eso es una plaza de toros, lo celebró con "olés".
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