La realidad de El Deseo

No es un sentimiento cinéfilo demasiado común, pero cabe sentir cierta simpatía por la normalmente tan demonizada figura del productor. A este articulista le pasa, por ejemplo, con Hal B. Wallis, en cuya carrera coinciden vehículos al servicio de Elvis, comedias de Jerry Lewis y Dean Martin, aventuras de la detective repipi Nancy Drew y obras maestras como Casablanca (1942) o El halcón maltés (1941).

Desde el 17 de marzo, el Círculo de Bellas Artes programa un ciclo que no sólo pretende rendir homenaje a la carrera de Pedro Almodóvar, sino también reflejar la trayectoria de la productora (propia) que ha respaldado su evolución como autor, al tiempo que ha establecido un sugerente mapa de afinidades apoyando proyectos de otros cineastas. El Deseo, fundada por los hermanos Almodóvar en 1986, no sólo ha servido para que el autor de Los abrazos rotos se sienta cómodo, sino que ha sido motor de relevos generacionales (Acción mutante), cómplice de heterodoxias (Lucrecia Martel) y compañera de viaje en apuestas de riesgo (La vida secreta de las palabras). El ciclo se prolonga hasta el 19 de abril.