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Entrevista:CONSUELO FIDALGO MARTÍN | Fiscal delegada de Medio Ambiente | Mujeres en vanguardia

Por amor al arte

Tenía poco más de 25 años y cara de niña. Delgada, fibrosa, rubia. Enfundada en su toga negra, se dirigió al acusado y lanzó su primera pregunta.

El hombre sentado en el banquillo se negó a responder. El juez intervino:

-Conteste a la señora fiscal.

-A esa señorita, yo no le contesto -replicó el acusado-. Pregúnteme usted, señor juez.

La sala de juicios del juzgado del pueblo cordobés de Peñarroya registró un hecho insólito: un acusado se negaba a contestar las preguntas del fiscal, porque era mujer.

"Ahora que ya no parezco tan joven, puede que infunda un poco más de respeto". Consuelo Fidalgo Martín reflexiona sobre sus comienzos en la carrera fiscal. Aquel juicio de Peñarroya fue uno de los primeros de su larga carrera de dos décadas.

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"He sentido cierto desprecio en las salas por parte de algunos hombres"
"Medina Azahara es una de mis luchas titánicas, con varias sentencias a favor"

Había terminado Derecho en 1986, con 22 años y un puñado de matrículas de honor. Dos años después, aprobaba la oposición. Al año siguiente llegaba destinada a Córdoba, con un montón de sueños en la maleta.

-Las cosas han ido cambiando con el tiempo, pero en algunas ocasiones he sentido cierto desprecio en la sala por parte de algunos hombres.

Cuando Consuelo llegó a Córdoba, en 1989, era la primera mujer fiscal. Hoy, de un total de 29 fiscales, 12 son mujeres. "Soy la más antigua, aunque no la de más edad".

Hasta el año en que murió el dictador, 1975, la mujer no podía ejercer ni como juez ni como fiscal. Hoy, casi dos tercios de los nuevos jueces y fiscales son mujeres.

No hay barreras, pero aún lo tienen más difícil que sus colegas: "En determinados momentos de tu vida, no puedes estar al cien por cien, como los compañeros varones, por ejemplo en las bajas maternales".

Consuelo aterrizó en Córdoba porque no había destinos próximos a Madrid. Pensaba estar un par de años. Pero, como si fuera la protagonista de una de sus novelas favoritas, La elegancia del erizo, de la escritora francomarroquí Muriel Barbery, el amor y el arte la atraparon en la ciudad de los califas. Se casó con un ingeniero agrónomo cordobés. Tienen dos hijos, Gonzalo e Inés, "la horterada de la pareja, pero estoy encantada".

Castellana de origen, "como diría Azorín, me nacieron en Benavente (Zamora)", vivió, creció, estudió y se apasionó por las artes en Madrid, una pasión que le iba a ser muy útil para desarrollar el puesto que ocupa desde 2003: Delegada de Medio Ambiente, Patrimonio Histórico y Urbanismo de la Fiscalía de Córdoba.

En el instituto Lope de Vega tuvo una magnífica profesora de Historia del Arte, Marisa Briones. Además, en su familia, por linea materna, había antecedentes artísticos: Lázaro, el abuelo escultor; Gregorio Santos, un tío pintor y diseñador de joyas. Por el lado paterno, primaba el pragmatismo: su padre era director de bancos. Ese pragmatismo la empujó al Derecho, y conservó el arte como una fuerte pasión de espectadora.

Su familia también se dividía políticamente: había franquistas y republicanos, según donde les encontrara la Guerra Civil, en Zamora o en Madrid. "Ha habido de todo, y eso es enriquecedor".

Como enriquecedor fue veranear en Villajoyosa (Alicante) desde niña y tener una madre con "una curiosa visión" de la educación: apuntó a sus dos hijas a clases de valenciano y hoy la fiscal Fidalgo se maneja en esa lengua. Viajar y conocer nuevos lugares es fundamental, para "no convertirnos en seres limitados y provincianos".

Añora Madrid por su teatro. "Las sesiones que nos metíamos en el Bellas Artes de Valle Inclán (Tirano Banderas) o Lorca, con una espectacular Nuria Espert en Yerma". Y los museos: el Sorolla, que estaba cerca de casa. Y los más grandes, que ha visitado en sus vacaciones: Louvre, British Museum, Metropolitan... "Pero reivindico el Prado como el mejor del mundo".

No es extraño que se sienta como pez en el agua al frente de la fiscalía que defiende a la sociedad contra los delitos medioambientales, del patrimonio y de ordenación del territorio. ¿Le duelen las 400 viviendas ilegales próximas a Medina Azahara?

-Es una de mis luchas titánicas. Finalmente, hemos conseguido varias sentencias condenatorias y una demolición. Es un elemento de disuasión.

También le dolió que no se pudiera evitar la subasta en Londres de cinco vigas califales del siglo X que habían estado en la Mezquita. La única posibilidad legal era reclamarlas a Christie's por un delito de contrabando. Pero ese delito no existe en Gran Bretaña, y finalmente fueron subastadas el pasado año.

Antes de su actual responsabilidad, la fiscal Fidalgo se ocupó, entre otras materias, de menores y mujeres maltratadas. Dos mundos difíciles, que dejan huella. Recuerda el día que presenció una "recogida de menores".

-Un grupo de niños, hijos de prostitutas, se encontraban hacinados en una vieja casa de la Corredera en condiciones deplorables, mientras las madres trabajaban.

Aún se pregunta si eran malas madres. "No les pegaban, no los maltrataban; ¡su modo de vida era ejercer la prostitución!". ¿Habría que prohibirla? "Sí, y perseguir al proxeneta y al cliente; no a la mujer. No entiendo que, en los países desarrollados, se siga considerando como algo natural".

Lo mismo que no comprende la violencia de género. "No entiendo que haya todavía hombres capaces de golpear y maltratar a la mujer para sentirse superiores".

Hace unas semanas, Consuelo recibió de manos del fiscal general Conde Pumpido la Cruz de San Raimundo de Peñafort por sus 20 años de trabajo. El presidente de la Audiencia, Eduardo Baena, elogió "su alegría al mirar, al hablar y hasta el caminar...". ¿Un elogio machista? La fiscal le resta importancia:

-Si lo hubiera dicho cualquier otro, no me habría gustado. Pero me pregunté luego, si hubiera sido un hombre el premiado, ¿habría hecho mención a su manera de andar?

Algunas cosas, 20 años después, no han cambiado.

La fiscal Consuelo Fidalgo, junto a la Puerta de Almodóvar, con Séneca al fondo.
La fiscal Consuelo Fidalgo, junto a la Puerta de Almodóvar, con Séneca al fondo.FRANCIS J. VARGAS

Contra la cadena perpetua

Lo que menos le gusta es el trabajo de despacho, comenta Consuelo Fidalgo mientras se encamina hacia la histórica Puerta de Almodóvar, construida en el siglo XIV, junto a la estatua de Séneca.

-Me encanta celebrar juicios. Es una de las partes más interesantes de nuestro trabajo.

Casos no le faltan. Al mes, celebra más de 40, entre los que se ven en la sala de la Audiencia (que tienen penas más severas, por encima de cinco años) y los penales, de gran complejidad técnica. Son delitos contra la hacienda pública, contra la ordenación del territorio, prevaricaciones... ¿No tiene ayuda?

-Te las tienes que arreglar sola. Juan Palomo, yo me lo guiso...

Afiliada a la Asociación de Fiscales, calificada de conservadora, "aunque yo no me siento conservadora". Cree en el movimiento reivindicativo, siempre que no se politice. Como la reciente huelga de jueces. "Se han hecho muchos esfuerzos, pero nos falta mucho".

No lleva la cuenta de juicios ganados y perdidos. Por lo general, las acusaciones que ha mantenido han prosperado. "Cuando vemos que no existe prueba o que entra en contradicción, retiramos la acusación". Afirma que ningún caso le ha quitado el sueño hasta ahora. "Trato de ser rigurosa y aplicar la ley".

El asesinato de Marta del Castillo, en Sevilla, vuelve a colocar la cadena perpetua en primer plano.

-No estoy a favor. Es suficiente con el cumplimiento íntegro de las penas.

El fiscal no es el duro del sistema judicial que presentan las películas norteamericanas. "Esa imagen no es muy exacta". Recuerda que ellos no sólo acusan: "Actuamos en defensa de los incapaces, de los menores, de las mujeres maltratadas... Y cuando acusamos, lo hacemos en nombre de la sociedad para defender los intereses sociales y colectivos".

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