Las navidades de Sísifo
¡Qué felicidad más tonta, la de esta familia reunida en Nochebuena para repartirse los dividendos de la fábrica de puertas de papá, que en paz descanse! Cuando murió, Jesús, su yerno, mil veces más ambicioso que sus hijos, tomó las riendas del negocio: le han ido dejando hacer, y ahora no hay quien le pare. En cuanto pueda, pondrá a todos los empleados en la calle: ha hecho números, y cree que le saldrá mucho más rentable importar el género.
Mientras la familia burbujea atrincherada en su chalé, extramuros, se ensaya un remake de la Gran Depresión. Siempre fiesta, comedia de la compañía Cuarta Pared sobre lo frágil del bienestar amasado con sudor ajeno, la ceguera del alma, la impostura y la vida como representación, es el cierre de una trilogía donde Luis García-Araus, Susana Sánchez y Javier G. Yagüe plantean temas actuales de manera ligera y bienhumorada, sin molestar ni hacer ruido. Su crítica es amable y certera: señala las llagas de la sociedad de consumo, sin mancharse el dedo.
Siempre fiesta.
De Javier García-Araus, Susana Sánchez y Javier G. Yagüe. Con Frantxa Arraiza, María Antón, José Melchor, Javier Pérez-Acebrón, Asu Rivero y José Sánchez. Sala Cuarta Pared. Madrid. Hasta el 30 de abril.
El actor José Sánchez destaca por la naturalidad de su vis cómica
La obra señala la llaga de la sociedad de consumo, sin mancharse el dedo
El comienzo de la función es estupendo. García-Araus y Sánchez dibujan a sus protagonistas con cuatro trazos, y los ponen al vuelo en una situación interesante: en esa cena navideña, tan bienintencionada, puede pasar cualquier cosa. Y pasa que acaba con María, la hermana menor, sumida en una depresión galopante y sin retorno, cuyo antídoto será una nueva cena familiar: la mancha de mora, con otra mancha se quita.
La escena de la peregrinación bíblica de María y Jesús, su marido, por psicoterapeutas, psiquiatras y curanderos, protagonizada por un Javier Pérez-Acebrón pletórico (no sabía que fuera tan buen payaso), promete una comedia descacharrada y descacharrante: Siempre fiesta corre como un fórmula 1, pero en lo mejor de la carrera, vaya por dios, sale el safety car. Cuando, por prescripción facultativa, sus protagonistas repiten por cuarta vez la cena de marras, siempre con variaciones, algunas muy divertidas, el relato se muerde la cola a dentelladas, y por su llaga brota cierta sensación de dejá vu. La dirección ágil de Javier García Yagüe reequilibra este desajuste estructural.
La escenografía de papel de María Luisa de Laiglesia produce un contraste divertido entre el lujo del que se habla y la sencillez con que se materializa. Bidimensional, crea un efecto distanciador. Entre los actores, José Sánchez destaca por la naturalidad de su vis cómica, ex aequo con Asu Rivero, que cuaja aquí el trabajo más fresco y divertido de su carrera. José Melchor tiene que lidiar con el papel ingrato de antipático adalid de la desregulación laboral y de la economía salvaje. María Antón, intérprete de la hermana melancólica, beata y estéril, consigue que su personaje sea el irritante y agotador emblema de una prosperidad sorda, ciega y acre. A su interpretación le falta punto de vista: los personajes pavisosos entran mejor con sal y pimienta.
Frantxa Arraiza le pone mala leche a la hermana mayor idealista, fracasada y desagradablemente sincera: unas gotas de estricnina bien mezcladas no le vendrían mal.
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