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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

La soledad triunfal de Contador

El ciclista madrileño se luce en la montaña y recupera el liderato en la París-Niza

Carlos Arribas

En Saint-Paul-Trois Châteaux, donde ya huele a lavanda, donde ya cantan las cigarras, a Lance Armstrong le gustaba tomar tapenade (paté de aceitunas), beber Côtes du Rhône y compartir la vida con Sheryl Crow, una bicicleta y ocho compañeros de equipo llegado junio, llegada la Dauphiné Libéré, cuando el Mont Ventoux comenzaba a echar vapor por su joroba, como una ballena, anunciando su llegada.

De Saint-Paul-Trois Châteux salió ayer la etapa reina de la París-Niza, con final en la insólita montaña provenzal de Lure, jamás escalada en una gran carrera. De allí salió con una misión Alberto Contador, que todavía es joven y no ha tenido tiempo para desarrollar alma de gourmand, que todavía prefiere la dureza de la vida del soldado, la soledad que sólo atrae a los campeones, gentes a las que les sobran los séquitos, que entiende el ciclismo como un combate en el que hay que devolver golpe por golpe, que siente pánico a la derrota, que no teme el riesgo.

"No sabemos si ganará el Tour, pero sí que es único", dicen del español en su equipo
Armstrong se limitó esta vez a darle la enhorabuena a secas, sin adjetivos

Terminada la jornada, varias horas después -Contador lo hizo con dos golpes en el pecho y un disparo con su pistola ficticia al cruzar, ganador, solo, la meta-, Armstrong, que está en Niza esperando la llegada, el domingo, de la carrera; reconociendo la contrarreloj vecina del Giro -perversa, hermosa, loca-, el prólogo del Tour en Mónaco -épico-, reaccionó en twitter: "Congrats, Alberto" ("enhorabuena, Alberto"), seco, sin adjetivos, cuando hace sólo cinco días, después de la contrarreloj, añadió un amazing (alucinante) para calificar la victoria del chico de Pinto, compañero de equipo.

Terminado el trabajo, Contador, el de las gafas de montura amarilla, las piernas ligeras, los dientes mordiendo el aire como mascarón de proa, se sentó ante la prensa y dijo: "¡Ufff, qué dolor de piernas! Ha sido más duro de lo que esperaba. El puerto en sí, aunque largo, no tiene excesiva pendiente, pero el viento... He sufrido, aunque haya hecho sufrir".

No muy lejos de allí, Luis León Sánchez, un ciclista de Mula que creció con Contador en el vivero de Manolo Saiz y que desde entonces, y en diferente equipo, encuentra en el terreno de la París-Niza un escenario para vivir con intensidad un pique sin fin -ahora marcha segundo en la clasificación general-, afirmó: "Contador está por encima de todos, a otra escala".

Contador corre como se corría antes del pinganillo, por rabia y por amor. Por rabia, como demostración, corrió el miércoles, cuando destrozó el pelotón en una tachuela de tercera llegando a Saint-Étienne. Por amor corrió ayer; amor por la libertad, por la soledad. Comenzó a experimentarla a ocho kilómetros de la llegada, antes de lo previsto en el manual de su equipo, el Astana, que, siguiendo la ortodoxia, había endurecido la carrera y desnatado el pelotón.

Su ataque sólo lo resistieron Frank Schleck, uno que promete ponérselo duro en julio, en el Tour, y Toni Colom, un mallorquín de primavera. Un segundo acelerón, a seis kilómetros de la llegada, ya dejó solo a Contador. Por detrás, todos, Luis León Samuel; el anterior líder, Chavanel, lucharon para perder lo menos posible. Todos están ya a más de un minuto del madrileño. Quedan dos etapas, pero lo más duro ha pasado.

"No sabemos si ganará el Tour, pero sí que es único", dicen en el equipo de Contador para huir de la duda: desde los tiempos de Miguel Indurain, uno que ganó dos veces la París-Niza, pero en sus años de aprendizaje, antes de empezar a encadenar Tours, la prudencia y el miedo guían los ánimos de los aficionados.

Contador, sin embargo, se sale del molde. Es un corredor del siglo XXI que interpreta como nadie el ciclismo a la antigua: pisa y reinterpreta los territorios por los que antes pisaron ciclistas como Jacques Anquetil o Eddy Merckx.

Uno que fue capaz de ganar el mismo año el Giro y la Vuelta no puede ser analizado con la lógica que gobierna al ciclismo estos años. Si gana mañana, será su segunda París-Niza: la primera, en 2007, cuando se impuso en el Tour. Sólo dos corredores en la historia han ganado la carrera del sol el mismo año que el Tour: Anquetil, hace 50 años, y Merckx, hace 40, dos que no entendían el concepto ése de carreras de preparación en primavera y dos que lo hicieron por triplicado.

CLASIFICACIONES: 6ª y antepenúltima etapa: St.-Paul-Trois Châteaux - La Montage de Lure (182 km.): 1. A. Contador (Astana), 4h 47m 46s. 2. F. Schleck (Lux. / Saxo Bank), a 58s. 3. L. L. Sánchez (Caisse d'Epargne), m. t. General: 1. A. Contador. 2. L. L. Sánchez, a 1m 13s. 3. S. Chavanel (Fra. / Quick Step, a 1m 24s. 4. F. Schleck, a 1m 38s.

Alberto Contador, ayer al cruzar victorioso la meta.
Alberto Contador, ayer al cruzar victorioso la meta.AFP

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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