Josep Boada Uyà, socio número uno del FC Barcelona

Era de los que, antes de ir al Registro, acuden al club para inscribir a los hijos como socios. De los que cuando el Barça pierde se van a la cama sin cenar. De los que peregrinaron a Berna en 1961 para presenciar la primera final europea del equipo azulgrana. Culé hasta el tuétano, Josep Boada Uyà falleció el 10 de marzo en Barcelona. Tenía 88 años, dos hijos, dos hijas, seis nietas y el carnet con el número uno del FC Barcelona. Era socio desde los dos años.

Boada acudió al Camp Nou, a su asiento en la segunda gradería de tribuna, hasta la temporada pasada. "Mientras le respondieron las piernas", explicaban ayer Ramon y Pepe, sus hijos, en el tanatorio de Les Corts, donde se instaló la capilla ardiente. "Pero no se perdía ni un partido por la tele", aseguraban los mismos, que hace unos años le regalaron una suscripción a los canales de pago para poder ver fútbol.

Industrial textil del Eixample barcelonés, vio jugar al Barça por primera vez en el campo de la calle de Indústria de la mano de su padre, tan forofo como él. Se convirtió en el socio número uno azulgrana en 2006, tras la muerte de quien lo fue hasta entonces, Llibert Cuatrecasas. La condición de socio con más antigüedad le dio una notoriedad que ha dejado muy buenos recuerdos a la familia Boada. Como cuando le visitaron jugadores míticos el día de su 86º aniversario o cuando apareció en un reportaje televisivo junto a otros socios número uno de clubes españoles.

El fútbol fue su única afición, "junto al trabajo, la familia y los veranos en Cardedeu [población cercana a Barcelona]", subrayaban ayer orgullosos sus hijos. Pese a tenerlo enfrente del tanatorio, no fueron al Camp Nou a ver el partido contra el Lyon. No tenían el cuerpo para fútbol.