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El salto generacional, vital y laboral, de las mujeres

Una exposición retrata el cambio en ocho madres e hijas

"Lo que dijeras tú no valía nada, lo que valía era lo que dijeran los hombres; valía más una mentira de un hombre", reflexiona Pilar, jubilada de 70 años de una empresa de conservas de Carballo. Las cosas cambiaron y mucho, porque madres como ella lo "sacrificaron todo para mantener y educar" a sus descendientes, destaca María Jesús, su hija, de 32 años y bombera de profesión. Dos generaciones de mujeres que, junto a otras 14 madres e hijas, reflejan, con sus historias y retratos recogidos en una exposición del fotógrafo Xosé Abad, el cambio radical, sociológico, vital y laboral, de la sociedad gallega en el último cuarto de siglo.

Un "salto generacional" que es mucho más marcado en la mujer, opina Abad, "porque los hombres eran los protagonistas con una posición de dominio que ahora, con la independencia femenina en el ámbito económico y laboral, ya no tienen". Por eso el fotógrafo coruñés eligió ocho parejas de madres e hijas para este retrato sociológico que recorre, a través de una serie de fotos de gran tamaño y un documental de Sandra G. Rey con los testimonios de estas protagonistas, la evolución del modo de vida. Cambió tanto en el rural como en las ciudades, en la costa como en el campo.

Xosé Abad: "También los hombres perdieron aquella posición de dominio"

Esta exposición, que permanecerá abierta hasta el 31 de marzo en el centro sociocultural de Caixa Galicia de A Coruña, muestra a madres sin apenas estudios y con oficios sin reconocimiento ni derechos sociales posando, orgullosas, con sus hijas, que accedieron a profesiones consideradas hasta hace poco tiempo como esencial y exclusivamente masculinas.

"Mi marido ha cambiado los pañales a los niños muchísimas más veces que yo", afirma Eva, cirujana de 47 años en Lugo e hija de una tendera de Monforte, María Carmen. El cambio es evidente, aunque para Luisa, gestora de 32 años del Real Club Náutico de A Coruña, aún "falta una generación para poder conseguir la igualdad real" entre ambos sexos. "El jefe de todo siempre es un hombre hoy en día", corrobora Encarna, de 22 años y teleoperadora. "Pero acabará siendo una mujer", advierte esta hija de una redera de Malpica que, como la madre de Luisa, mariscadora de Carnota, se esforzaron para que sus niñas tuvieran un oficio y una vida más fácil "y mejor, que fuesen más" que ellas. Un progreso personal y laboral que encontró Marta, ganadera de 32 años, modernizando y ampliando la pequeña explotación familiar de Sarria (Lugo) en la que su madre, Amparo, de 54 , trabajó toda la vida a destajo.

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