El dilema del PSE
Señala Ignacio Urquizu, en el ar-tículo en que analiza los resultados de las elecciones autonómicas del pasado domingo (ver EL PAÍS de 3 de marzo de 2009), los riesgos electorales en que, a su juicio, incurriría el partido socialista si Patxi López optase finalmente a la investidura como lehendakari con el apoyo del PP (y, en su caso, de UPyD).
Por el contrario, y si bien reconoce que "los dos escenarios presentan problemas", considera que los beneficios de una alianza del PSE con el PNV "pueden ser enormes". En su opinión, y dada la debilidad del partido socialista en los que él llama "feudos conservadores" (Madrid, Valencia, Murcia...), para ganar elecciones de ámbito estatal el partido socialista requiere un apoyo electoral muy sólido en Cataluña y el País Vasco. Sin embargo, estima que ese apoyo podría verse comprometido si el PSE se decantase por forzar la alternancia en Euskadi con el apoyo del PP.
No comparto plenamente este análisis de riesgos. De un lado, la experiencia pasada demuestra que los Gobiernos de coalición entre el PNV y el PSE han reportado mayor rédito político al primero y no al segundo. Por otro, cabe presumir que el coste político derivado de la frustración de la expectativa y pulsión de cambio generadas en Euskadi sería muy considerable, amén del severo coste político en que sin duda incurriría el partido socialista en los llamados "feudos conservadores" si pactase con un PNV que dista mucho de haber recuperado el discurso autonomista de la época de Ardanza.
A mi modo de ver, la mejor opción es claramente, por tanto, la que parece favorecer en este momento el propio PSE: un Gobierno en minoría tolerado por el PP. Probablemente, no haya ahora mismo nada más parecido a la cuadratura del círculo en Euskadi: alternancia sí, pero sin que ésta sea el producto de un frente antinacionalista. La ventaja de esta opción reside en que atiende equilibradamente a las exigencias estratégicas del Partido Socialista tanto en la periferia como en el centro de España.
