Monte Picayo apuesta contra la crisis
El casino cumple 30 años y diversifica su oferta
El casino Monte Picayo, en Puçol, cumple 30 años. El 4 de febrero de 1979 abrió sus puertas para desarrollar una actividad que la dictadura no permitía. La gente hizo colas de dos horas para constatar unos brillos de lujo que había percibido en las películas de James Bond y, sobre todo, la psicomotriz liturgia de los crupieres, frente a un contraplano de Glenn Ford, Ursula Andress, Lola Flores o el dictador Nicolae Ceaucescu, que han sido algunos de sus ilustres visitantes.
Fue uno de los nueve que se autorizaron en España y pese al aroma perverso que desprendían estos espacios, la familia del accionista mayoritario, Jesús Gómez Escardó, era muy católica (incluso el casino recibió la carta de bendición del Papa Juan Pablo II). Con el paso del tiempo, las mesas de juego dejaron de ser una novedad y llegó su momento más crítico: la crisis de los años 92 y 93, que pilló de improviso al casino y tuvo que reconcebirse como un complejo integral de ocio. Fue el momento en que Cirsa asumió la gestión para hacer ese tránsito.
El de los casinos, explica Javier Gutiérrez, director comercial y de marketing de Monte Picayo, "no es el sector intocable que siempre gana". Vive los ciclos de la sociedad, sus euforias y sus vértigos. En los recientes años de la expansión, en los que galopaba el dinero urbanístico, el negocio fue viento en popa. Ahora, que la crisis campa en descapotable, la bajada de la actividad "se nota". Gutiérrez matiza que menos que a otros casinos, a causa de la diversificación por la que han apostado, "con una oferta de ocio" que va más allá del juego con actuaciones en directo, exposiciones y gastronomía.
La tipología del público ha cambiado. En sus inicios, curiosos aparte, era un recinto en exclusiva para gente con posibilidades económicas. Ahora "se ha democratizado" y la alta burguesía y las clases populares comparten las mismas ilusiones, refiere Gutiérrez. "Ha pasado como en las estaciones de esquí", compara. En ese sentido, la edad del cliente se ha reducido en 10 años (un tercio tiene menos de 30).
El gasto no tiene una media sino una a horquilla, que se mueve desde los 5 euros a los 50.000. Gutiérrez pone ejemplos de gente que ha ganado 29.400 euros en una máquina de euro o 220.000 en la ruleta americana. Los que pierden carecen de estadística, aunque, según explica, son cantidades que se llevan encima, ya que el casino no da crédito. El director comercial afirma que es "rigurosamente falso" que la banca siempre gane. "El casino tiene unos resultados en dientes de sierra, gana y pierde, aunque el conjunto es positivo", asegura.
Para "ser de nuevo la referencia del ocio", Cirsa ha previsto trasladar el casino de Puçol hasta Valencia, en un edificio en construcción de dos plantas en la avenida de las Cortes Valencianas próximo al Palau de Congresos y el nuevo estadio del Valencia. Gutiérrez prevé que esté acabado en el segundo semestre de 2010 y contará con un restaurante de cocina internacional, un snack bar, una sala de fiestas y terrazas descubiertas y con voladizo con vistas al nuevo skyline de Valencia en las que celebrar todo tipo de eventos.
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