Navas se hace mayor
A los 23 años, seguro ya de sí mismo, el extremo se ha vuelto indiscutible en el Sevilla
Cuando apenas levantaba un palmo del suelo y vestía la camiseta de la Unión Deportiva Los Palacios, el pueblo sevillano en el que se crió y aún reside, Jesús Navas ya sorteaba a los contrarios con la misma agilidad de un bailarín del Bolshoi. Una virtud que nunca le ha abandonado y que, habitualmente, le ha dado buen resultado ante el Athletic, al que se enfrentará hoy en San Mamés (20.00, La Sexta). Su físico menudo, liviano y fibroso (1,70 metros y 60 kilos) siempre ha sido su fiel aliado. En su fragilidad ha encontrado su fortaleza. "Cuando era cadete, seguía teniendo un cuerpo de alevín. Pero, a pesar de todo, se desenvolvía muy bien", recuerda Pablo Blanco, secretario técnico de las categorías inferiores del Sevilla y descubridor del joven futbolista.
"Ahora se enfada, protesta, se siente protagonista", dice Blanco, su descubridor
Alves le comía la banda. Su marcha al Barcelona le ha beneficiado
A sus 23 años y tras cinco temporadas en Primera, Navas se ha consolidado ya como una pieza clave del equipo. Manolo Jiménez, que ya le dirigió en el filial, siempre ha confiado en él y en los entrenamientos no tiene reparos en ponerle una mano sobre el hombro y alentar a un jugador al que siempre se le ha achacado un carácter débil.
"Es indiscutible. A menos que sea por lesión, siempre va a jugar", dijo hace unos meses Jiménez. Dicho y hecho. Navas sólo se ha perdido dos de los 24 partidos de la Liga: ante el Racing, por lesión, y el Barcelona, por sanción al haber agotado la serie de tarjetas amarillas.
Son 1.875 minutos que le han servido para convertirse en el máximo asistente de gol del campeonato (nueve), por delante de los barcelonistas Xavi (ocho) y Alves (siete). Pero parecen no haber hecho mella en él. "Se recupera muy bien de los esfuerzos. Por su juventud y su condición genética, no siente la acumulación de partidos", afirma Ramón Orellana, uno de los preparadores físicos del conjunto andaluz.
"Ahora estamos viendo al Jesús de los juveniles", continúa Blanco; "pero, futbolísticamente, es aún más sinvergonzón. Le falta más gol. Si se lo propusiera, podría meter siete u ocho".
El extremo derecho, con tres tantos en la Liga y uno en la Copa, es consciente de que aún puede explotar más la velocidad y el desparpajo que traen de cabeza a los rivales. Aunque reconoce que este curso se está encontrando "muy a gusto". No es que no lo estuviera en otros. Siempre ha sentido el equipo como algo suyo. Pero ahora se ha destapado y empezado a asumir responsabilidades. "Quizás por la presencia de Alves, su juego quedaba antes ofuscado. Alves es un jugador que vale por tres y a veces le comía el espacio", cuentan desde el club. La marcha del brasileño al Barça le ha servido en bandeja toda la banda derecha del terreno de juego. "Nos compenetrábamos muy bien, pero ahora quizás tenga un poco más de libertad", aseguró el propio Navas la semana pasada.
Si en el césped se ha producido un cambio sustancial, otro aún mayor se ha gestado en la cabeza del jugador. "Ahora se enfada, protesta, se enfrenta al contrario. Él mismo se siente protagonista", cuenta Blanco. Ajeno al efecto mediático de los focos, su carácter retraído y apocado le ha dejado a veces en un segundo plano. "Se le colocó el cartel de introvertido. Pero, desde pequeño, siempre ha tenido mucha personalidad", asegura el responsable del fútbol base del Sevilla. Y el jugador parece dispuesto a demostrarlo.
Sus problemas de ansiedad, uno de los motivos por los que aún no ha sido convocado para la selección española absoluta, han dejado de ser un tabú. "Me encuentro mejor. Estoy dando los pasos poco a poco. Ir a la selección es lo máximo para mí, pero tengo que tomármelo con tranquilidad", zanjó Navas.
Su pasada inseguridad ya es historia. Sencillamente, Navas se ha hecho mayor.
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