El titiritero del dragón
Lucho González, famoso por los desplantes a su club, guía el ataque del grupo de Ferreira
La comparación, por exagerada, no deja impasible a nadie. "Lucho González es el Xavi del Oporto", dicen sin rubor en las oficinas del Atlético Huracán. A continuación, Carlos Babington, El Inglés, mandamás del club de Buenos Aires, define al cerebro del Oporto: "No es porque saliera de nuestra cantera, pero es un volante con una tremenda visión. Tiene buen tranco, su capacidad de golpeo le permite una alta definición...".
Las buenas palabras de Babington no han impedido que Lucho González (Buenos Aires, 28 años) sea uno de los futbolistas argentinos más incomprendidos. "Quizás no le hace ningún bien que ande pregonando constantemente que se quiere marchar del Oporto", opinan en la entidad en la que dio sus primeros pasos. "Aun así, la gente le adora tanto que es el capitán... Seamos serios, el brazalete no lo lleva cualquiera", interviene Paulo Futre. La calidad de El Titiritero tampoco deja impávido al extremo que se hizo leyenda en los dos clubes que echarán un pulso esta noche en el Calderón: "Lucho es el que hace jugar al Oporto, el gran motor del equipo. Llega muy bien, lo que le ha valido ser el máximo goleador de los dragões en la Liga con siete goles, los mismos que Hulk, un extremo que sabe que puede subir mucho porque su amigo le guardará bien las espaldas".
"Lisandro será el matador, pero sin él no tendría tanta fama", dice Assunção
"Lo que tiene de bueno, más allá de la posición, es que cuenta con un gran manejo de la situación. Sabe acelerar, frenar, cuándo abrir al costado, cuándo ir al gol...", asegura el preparador del Oporto, Jesualdo Ferreira, cuando le requieren por las dotes del doble del Burrito Ortega.
Otro que le conoce bien es Assunção, con el que compartió vestuario desde mediados de 2005 hasta que el pasado verano pagó 600.000 euros por su libertad y recalar así en el Atlético: "Lisandro será el matador, el hombre del área, pero sin Lucho atrás no tendría tanta fama". Mientras tanto, su ex compañero no es tan cariñoso: "Yo no habría hecho lo que Assunção. Irse así...".
La fama de rebelde de Lucho, que explotó con dos años pletóricos en River Plate -logrando el torneo Clausura en 2003 y 2004- no conoce fronteras. "Personalmente, pienso que es el momento de buscar otro desafío. Se nota la diferencia de idioma", anunció mediada la temporada pasada. La excusa sonó a chanza: en el Oporto conviven siete argentinos, dos uruguayos y un colombiano. No era la primera vez que el centrocampista tonteaba con otro club. Unos meses antes, durante la Copa América, en Venezuela, aseguró que iría "nadando" al Valencia, que incluso llegó a un principio de acuerdo en las oficinas de Das Antas. La operación se quedó en nada tras la intervención -no sería la primera- de Pinto da Costa, el presidente del Oporto: "Estará interesado en cambiar de aires, pero no se va a ir a ninguna parte". El mismo guión se repitió cuando el medio tanteó al Atlético. "Si vinieran a por mí, habría que analizarlo. Habrá que ver qué ocurre, pero espero que sí que pase algo", se dejó querer el pasado verano, cuando la UEFA había expulsado al Oporto de la Champions por la compra de partidos en el campeonato luso.
Al igual que con Riquelme, Javier Aguirre rechazó de forma tajante su fichaje: "Nos falta un mediapunta, un organizador como dicen en España. Si se puede, perfecto; si no, no pasa nada. Pero Lucho González no es el perfil de jugador buscado". Tanto trajín le valió a Lucho para ampliar su relación con el Oporto hasta 2012. "No me desespera irme. Sólo que he ganado tres Ligas portuguesas, una Copa... Quiero probar si puedo jugar en otras Ligas", zanja antes de salir a la pasarela del Calderón.
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