DIARIO DE CAMPAÑA
- El ventilador no tiene freno
La campaña discurría con un tono cansino, sin apenas propuestas novedosas, pero en las últimas horas se ha instalado en una especie de guerra de ventiladores de las miserias de cada uno. Y el PP lo ha puesto a funcionar a más velocidad que nadie. Ayer se sucedieron los ataques y las comparaciones envueltas en el más desenfrenado de los populismos. Mariano Rajoy se preguntó: "¿Hay alguien que se haya sentado en una silla de 2.300 euros, como Touriño?". Alberto Núñez Feijóo se fue a por los coches y descubrió a los asistentes a un mitin en Ribeira (A Coruña) que con lo que cuesta el vehículo oficial del presidente de la Xunta "se pueden comprar 25 ambulancias". El secretario general del PP gallego, Alfonso Rueda, incluso presentó como un escándalo que la consejera de Educación, la socialista Laura Sánchez Piñón, se desplazase desde la sede de la Xunta a una peluquería en el coche oficial. Rueda fue más lejos e incluso desempolvó una denuncia asombrosa que ya divulgó el PP gallego hace tiempo: la financiación de un proyecto de investigación al esposo de la consejera, científico en la Universidad de Santiago. A Rueda se le olvidó citar que Sánchez Piñón no hizo más que prorrogar una ayuda que viene de la etapa en que gobernaba Fraga. Esa época, ya se sabe, en que los consejeros de la Xunta viajaban en bicicleta, los muebles para sus despachos se compraban en mercadillos de segunda mano y las personas de la tercera edad no eran acarreadas a mítines.
- El 'MacGyver' de la Xunta
Anxo Quintana, líder del BNG, rebuscó ayer en la historia de la televisión y se presentó como el MacGyver del bipartito. Quintana tendrá que emplear a fondo esa habilidad para reparar cualquier desperfecto a fin de salir airoso de la que ha sido la mayor metedura de pata de esta campaña: el transporte de cientos de jubilados que habían pagado 15 euros para ir de excursión a Portugal y se encontraron en un acto electoral del BNG. Durante toda la legislatura, Quintana, que lleva las competencias de asuntos sociales, desdeñó las críticas de quienes veían un tufo clientelista en las romerías masivas que organizaba con mayores y mujeres. Sus bailes en esos multitudinarios saraos se convirtieron en una imagen difícil de digerir para quienes habían criticado los mismos gestos cuando los protagonizaba Fraga. Pero Quintana acuñó una fórmula para defender esas actuaciones: "nacionalismo de proximidad". Tanto gusto le cogió que ahora se ha vuelto contra él en el peor momento.
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