El Sevilla se cuelga de Navas
La velocidad y la picardía del extremo sevillista desencajan al Atlético
El Atlético estrenaba ayer ante el Sevilla un tramo de la temporada que puede acabar siendo crucial para su devenir. A la eliminatoria con el Oporto en Champions, se le añaden los enfrentamientos contra el Barça, el Madrid y el Villarreal en la Liga, ante los que sólo consiguió un punto en la primera vuelta. El Sevilla salió triunfante de un encuentro tan alocado como imprevisible, sin más partitura que la de Jesús Navas.
Y sin embargo, el conjunto de Jiménez y el de Abel dieron la impresión de haber escrutado al milímetro a su rival. Sus virtudes y sus defectos. El análisis previo condujo a una primera parte en la que la pizarra prevaleció sobre cualquier atisbo de juego. Pocas ideas y mucha lucha en el fango. Sonó el silbato inicial, y poco tardó en aparecer la adrenalina con la que están cargados los partidos entre el Sevilla y el Atlético. Romaric midió mal sus fuerzas en un salto con Perea mientras el balón caía del cielo. Un testarazo involuntario del sevillista en la cabeza del defensa atlético acabó con éste noqueado en el césped y camino de un hospital con un traumatismo craneoencefálico. Tras el choque, Seitaridis ocupó el lugar del colombiano. Y Diego Capel entró por el marfileño, con una brecha en la cabeza.
SEVILLA 1 - ATLÉTICO 0
Sevilla: Palop; Mosquera, Squillaci, Prieto, Adriano; Navas, Fazio, Romaric (Capel, m. 10 y J. Carlos, m. 85), Perotti (Acosta, m. 54); Renato y Kanouté. No utilizados: Javi Varas; Konko, Dragutinovic y Maresca.
Atlético de Madrid: Leo Franco; Perea (Seitaridis, m. 7), Pablo, Ujfalusi, Pernía (Maxi, m. 46); Assunção, Raúl García; Simão, Maniche (Agüero, m. 70), A. López; y Forlán. No utilizados: Coupet; Heitinga, Camacho y Miguel.
Goles: 1-0. M. 87. Fazio asiste a Navas que bate, dentro del área grande, a Leo Franco de tiro raso.
Árbitro: Pérez Lasa. Amonestó a Fazio, Assunçao, Pernía, A. López, Palop, Raúl García y Maniche.
42.000 espectadores en el Sánchez Pizjuán.
El juego del Sevilla lleva un tiempo sustentado en la arquitectura de los castillos de arena. Mucha arena y poca solidez. En la línea divisoria, al cuadro andaluz se le apagan las luces. Tampoco el Atlético andaba muy lúcido. Maniche, por momentos, se desconectó. Y Assunção está para otros menesteres. El Sánchez Pizjuán se encontró con un partido rocoso. La reacción del Sevilla tuvo nombre propio. La figura de Jesús Navas, delgado, casi se diría que enclenque, no le supone excusa para cargarse con todo el peso. Ayer lo volvió a demostrar.
El partido seguía por los mismos derroteros tras el descanso. Parecía el momento de las individualidades. Abel dio entrada a Maxi y, más tarde, a Agüero. Jiménez tenía a su mejor baza en el césped desde el inicio. Navas avisó en el primer tiempo con un latigazo que detuvo Leo Franco. Y en los estertores, demostró por qué es indiscutible. A su velocidad, suma ahora la picardía y la experiencia. El extremo vio con el rabillo del ojo cómo Fazio buscaba un pase interior a Kanouté. La zaga rojiblanca dio un paso adelante, pero no contó con Navas. Llegó desde atrás, recogió el cuero y con el exterior de la bota, lo cruzó hacia el palo izquierdo. Un toque sutil que desencajó la cara de la defensa e iluminó la de los locales, cada vez más dependientes de un joven que tras su apariencia frágil esconde toda la fortaleza del Sevilla.
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