La inquebrantable autoridad de los mitos griegos
Ensayo. El subtítulo de la edición de bolsillo: La travesía de un mito universal por la historia de Occidente me parece menos adecuado que el de la versión anterior de 1987: Una poética y una filosofía de la lectura. Porque Antígona no es un mito universal, sino, más bien, un episodio trágico de una saga mítica griega (la de la familia de Edipo), invención dramática de Sófocles, integrado en un mito de resonancia universal. Pero, en fin, no seamos puntillosos y felicitémonos de la reedición de este espléndido ensayo, ejemplar y casi clásico, que examina y sopesa los ecos del drama sofocleo en la literatura y la filosofía occidental "en el contexto de una poética de la lectura". No es, como Steiner, advierte, un mero recorrido de las numerosas Antígonas posteriores -desde la de Eurípides y Accio a las de Anouilh y Brecht, y algunas más-, sino algo mucho más interesante, un estudio hermenéutico y de literatura comparada de largo alcance intelectual, con una cuestión trascendente como telón de fondo: "¿A qué se debe la inquebrantable autoridad que los mitos griegos ejercen sobre la imaginación de Occidente? ¿Por qué un puñado de mitos griegos, el de Antígona entre ellos, reaparece en el arte del siglo XX en un sentido casi obsesivo? ¿Por qué Edipo, Prometeo, Orestes, Narciso, no quedan relegados a la arqueología?".
Antígonas. La travesía de un mito universal por la historia de Occidente
George Steiner
Traducción de Alberto L. Bixio
Gedisa. Barcelona, 2009
372 páginas. 18,50 euros
Desde el 430 antes de Cristo en que Sófocles representó su Antígona en el teatro de Dioniso, el enfrentamiento entre la hija de Edipo y el tirano Creonte se ha visto multiplicado en dramas y óperas, y, con no menor impacto, en discusiones filosóficas memorables. Hegel, Goethe, Kierkegaard y Hölderlin merecen un lugar de honor que aquí se les da en la larga lista de intérpretes del duelo entre la princesa que defiende el honor de la familia y el rey que afirma la ley de la ciudad contra el príncipe que intentó destruirla. Ardua es la polémica sobre quién es el verdadero héroe trágico: la joven que trata de enterrar al hermano amado, o el rey implacable en hacer cumplir a toda costa su decreto patriótico. Lo trágico, según Hegel, es que los dos tienen razón, y, como uno y otra se empecinan en sus tesis, el agón desemboca en la mutua destrucción. En el primer capítulo Steiner se ocupa a fondo de esos filósofos y poetas. En los siguientes resume la larga impronta de la obra en la literatura universal de las numerosas Antígonas de los últimos siglos, y analiza los dilemas y motivos que dan a su argumento su perenne vivacidad, su impresionante fuerza teatral. En Antígona resuenan, subraya Steiner, como en ninguna otra obra, las constantes eternas de conflicto de la condición humana. "Son cinco: el enfrentamiento entre hombres y mujeres; entre la senectud y la juventud; entre la sociedad y el individuo; entre los vivos y los muertos; entre los hombres y Dios (o los dioses)". En los diálogos y los cantos del coro emergen con inolvidable poesía.
Los mitos griegos -a diferencia de los dogmas- invitan a renovadas y múltiples reinterpretaciones, y se enriquecen con ellas. La tradición literaria recrea una y otra vez los míticos relatos, herencia común del imaginario europeo a la par que incesante desafío. El autor de Después de Babel insiste de nuevo en los riesgos de sus traducciones, de sus puestas en escena, de sus imágenes poéticas, y subraya cómo leer a un clásico es siempre revivir sus palabras desde nuestro contexto histórico, entenderlo al socaire de otras lecturas. Leemos a un Sófocles impregnado de Anouilh y de Brecht y de Hegel. Más original que esta perspectiva es este fervor por releer a fondo, en una lectura lenta, poética y apasionada. "Retornar al mundo griego y a sus mitos significa dar a nuestros recursos de expresión algo del lustre y el filo cortante de los comienzos... Para nosotros tienen la autoridad de la aurora". El estilo sentencioso, entusiasta y brillante de G. Steiner -más en esta etapa que en sus últimos escritos- contagia al lector. Releo su texto unos veinte años después y me sigue atrapando su apasionante exégesis. (Hoy recomendaría empezar la lectura por el capítulo segundo, menos filosófico). Antígonas sigue siendo un magistral ensayo sobre el mito y la tragedia y su fecunda estela en la literatura y el pensamiento occidental.
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