El Villarreal se recobra a tiempo

Goles y fútbol no se unieron en El Sardinero. Los primeros llegaron en la primera parte, cuando el juego fue más insulso. La emoción y las mejores oportunidades aparecieron después del descanso, cuando el Villarreal, por medio de Rossi, se pareció más a sí mismo. El Racing supo hacer las cosas bien hasta que marcó. Luego, perdió energía e ideas, lo que aprovechó el equipo castellonense para dar un paso adelante.

Cada equipo fue fiel a su propuesta habitual. El Racing traspasó la responsabilidad de la pelota a su rival y confió en la velocidad y el dinamismo de Serrano, Toni Moral y Munitis. En el Villarreal, Senna veía el partido desde el banquillo y Llorente desde el palco, con lo que Pirès y Cazorla volvían al bloque principal. Sin embargo, al equipo de Pellegrini no terminó de funcionar. Empleó todas sus fuerzas en desgastar al Racing a base de combinarse en el centro del campo, pero no pasó de alguna tímida advertencia. Sufrió en exceso en la defensa y eso le restó confianza. El Racing ganó en comodidad y halló una vía abierta en el canal izquierdo, por el que Serrano se adentraba con facilidad. Un centro suyo lo concluyó Zigic con un gol, aunque en fuera de juego.

Una vez hecho lo más difícil, el Racing se dedicó a dejar pasar los minutos, lo que no es aconsejable. Al Villarreal le seguía faltando alegría, pero empezó a vivir más cerca de Toño. Cazorla se inventó un disparo tras un saque de esquina y el Villarreal comenzó a arreglar la tarde.

El intermedio permitió que el equipo de Pellegrini se replanteara sus ideas. El Villarreal conservó el dominio de la pelota. La diferencia consistió en que, a partir de la segunda parte, esa opción le garantizó crear las ocasiones que no había generado antes. Rossi se procuró dos oportunidades clarísimas, pero Toño evitó que se transformasen en goles. El Racing continuó a la búsqueda de Zigic. A pesar de las dificultades para sujetarle, el Villarreal impidió que el equipo local dispusiese de los mismos espacios que en la primera parte. Y lo hizo de la mejor manera que sabe: distrayendo al rival mientras mueve, siempre con sentido, la pelota. El Racing acabó el encuentro volcado sobre la meta de Diego López, pero el Villarreal no quería más sustos.