No hay crédito para nadie
Ocho presidentes de bancos estadounidenses se ponían en fila en Washington y recibían el miércoles un rapapolvo del Congreso. Pero el demócrata Gregory Meeks admitía que el Gobierno también tiene un problema de credibilidad. Y algunas de las preguntas planteadas por sus homólogos lo empeoraron. Entre los dos grupos hay mucho que reconstruir.
Vikram Pandit, de Citi, pidió perdón por la falta de sensibilidad de su banco al pedir un nuevo avión privado, cancelado hace muy poco. Ken Lewis, de Bank of America, recibió una reprimenda por la compra de Merrill Lynch. Los ocho declararon que no aceptarán las bonificaciones de 2008. Pandit afirmó que sólo recibirá un salario de 800.000 euros hasta que Citi logre beneficios. Y John Mack, de Morgan Stanley, dijo que ama tanto su trabajo que lo haría gratis.
Entre tanto, la mayoría de los presidentes se mostraron partidarios de un nuevo superregulador que aglutine la fragmentada supervisión estadounidense, el área donde los fallos de los anteriores legisladores son más obvios. Pero las otras deficiencias de los legisladores también se han puesto de manifiesto.
La demócrata Maxine Waters, del comité de servicios financieros en la Cámara de Representantes, parecía pensar que los bancos que recibían dinero público deberían usarlo para abaratar a la población las deudas en sus tarjetas de crédito. Hubo otros sermones ridículos y muestras de comprensión que no parecían ir más allá de un resumen de una línea.
Hubo preguntas muy buenas. Es apropiado que los legisladores se tomen interés por el tema, por las pérdidas enormes y económicamente perjudiciales de los bancos y por las inyecciones masivas de dinero público. Sin embargo, parte de las poses recuerdan que la nacionalización debe ser el último recurso.
Para ser justos, los banqueros son más culpables que los legisladores de los excesos anteriores a la crisis. Aun así, hablaron con más sentido. Ahora que están centrados en la tarea que tienen entre manos, lo inteligente es apostar a que los banqueros, incluso sin bonificaciones, arreglarán sus desaguisados con más rapidez que los aspirantes a reguladores, y que les sacarán bastante ventaja.
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