Bieito Lobeira, un vaquero solitario
El genial John Balan lo definió como "un vaquero" que disparaba "en solitario" desde el Parlamento. Bieito Lobeira (Marín, 1968) evoca con emoción al tocador de puertas, tío suyo por parte de madre. La misma a quien le costó un tiempo, y más de un disgusto, galleguizar el nombre con el que bautizó a su hijo y que había sobrevivido a tres generaciones. "Al principio le salía Vieites, no sé por qué", recuerda sin contener la sonrisa. Eso fue a los 18, cuando acudió al Registro para desterrar a Benito de su vida. "Nunca tuve gran comprensión en casa con la militancia política", confiesa.
En pleno apogeo adolescente descubre el nacionalismo casi por casualidad -él dice que fue algo intuitivo- y lo hace de la mano de Castelao. Por 50 pesetas compra un ejemplar de Sempre en Galiza que se convierte en su libro de cabecera. "Me quedé alucinado", dice. Después, llegarían las movilizaciones estudiantiles y "problemas por hacer exámenes en gallego de otras asignaturas".
De estibador en el puerto de Marín pasó con sólo 26 años a ser diputado
Cuando deje la política, asegura que se dedicará a la pesca de bajura
El tiempo no ha borrado esa irreverencia que, en las distancias cortas, apacigua con argumentos y una cortesía que se esfuma ante PP y PSOE. No se considera un tipo diplomático. "Nunca me gustó la cosa de la apariencia", indica. A algunos ni siquiera les brinda el saludo. Dice de López-Chaves (PP), con quien protagonizó aquel episodio del Galicia o Galiza, que es "un señor muy españolista" con el que no se iría "ni a tomar un café". Y el hecho de que desde las filas socialistas se practique una política "en muchos casos muy similar a la que hacía el PP pero con otra retórica", afirma, le "revuelve el estómago".
Sus momentos memorables son recordados como bieitadas entre sus detractores, como la defensa de muñecas que hablaran en gallego o las famosas lápidas. "No sé si las formas fueron las más correctas, pero del fondo no me arrepiento". Enfoca el nacionalismo también como "pedagogía social" para dignificar Galicia. "Touriño es un ejemplo de hombre especialmente acomplejado con el tema de la lengua, no sé dónde cogió ese acento andaluz". Se muestra más contundente que Quintana respecto a los altercados de la manifestación convocada por Galicia Bilingüe. "Fue un error y una torpeza porque se buscaba justamente eso, dar la impresión de que los castellano hablantes están perseguidos en Galicia". Y subraya que hubiera preferido que sus declaraciones para este artículo se recogiesen en gallego, la lengua en la que él se expresa.
Como diputado atípico que es, con 26 años "no sabía si iba a ir para chirona o para el Parlamento", donde permanece durante doce años y salva una condena por insumisión. De trabajar como estibador en el puerto pontevedrés de Marín -dejó los estudios a los 18 para sacar adelante a la familia- pasa a ejercer de diputado en una institución que no le gusta porque conlleva "un exceso de burocracia". Asegura que es una ocupación "circunstancial" y que tiene la mirada puesta ya en el mar, pasión que le viene de casta (hijo de marinero y mariscadora) y a la que dedica buena parte de sus esfuerzos.
Sonada fue su oposición al Plan Acuícola, donde se quedó solo. "Nunca me consideré un tipo histriónico que va por libre", sostiene, "las posiciones que defiendo se analizan antes por el BNG". De momento, "tocan cuatro años más" de faena política, pero su horizonte reposa en la pesca de bajura -planea embarcase con algún amigo- sin renunciar "nunca" a la militancia. Ahora ha regresado a la casa familiar de O Seixo, en Marín. "Mi padre es dependiente [aún no recibe la ayuda de Vicepresidencia] y quiero estar ahí para echar una mano". Al fin, se trata de un tipo bendecido por los nudillos de Balan.
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