La UE vigilará que los activos dañados reciban igual trato en todos los países
El presidente de turno de la Unión advierte sobre el auge del proteccionismo
Los planes de rescate para salvar la banca europea han resultado claramente insuficientes. Hace falta movilizar más dinero público. Pero, de momento, los ministros de Economía de la UE sólo han logrado ponerse de acuerdo sobre los principios de estas nuevas medidas. Los responsables de las finanzas de los Veintisiete, reunidos ayer en Bruselas, acordaron los criterios que deberán seguir los distintos Estados para sanear sus bancos.
En la reunión se barajaron distintos instrumentos como bancos malos (entidades que adquirirían los activos tóxicos, créditos o inversiones fallidas) o garantías públicas para estos productos. En cualquier caso, se deberá actuar de manera coordinada y aplicar los mismos criterios para todas las entidades afectadas.
De momento se ha descartado crear un 'banco malo' en Europa
España exige que se reduzcan al mínimo las posibles ayudas al sector financiero
El comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, Joaquín Almunia, subrayó que había que garantizar "la igualdad de trato" de las decisiones que se tomen sobre estos activos. El comisario anunció otros dos principios que deberán tenerse en cuenta: la valoración de los activos afectados deberá hacerse "de manera transparente, por técnicos independientes, y las cargas tendrán que repartirse de manera equilibrada entre accionistas y contribuyentes, que están arriesgando su dinero".
Almunia se mostró partidario de ampliar el concepto de activos tóxicos para incluir también los dañados, que en la práctica carecen de liquidez. Y se ha comprometido a que la Comisión presente directrices precisas en las próximas semanas. Los ministros alcanzaron un punto de consenso sobre la necesidad de efectuar "un enfoque coordinado" para evitar distorsiones entre los bancos. Esto implicará una correcta valoración de estos activos.
La realidad es que el ritmo de concesión de créditos está todavía lejos de normalizarse. Los expertos aseguran que hasta que los bancos no estén saneados no volverán a prestar dinero. El presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, reconoció que "en algunos países un buen tratamiento de los activos tóxicos podría contribuir a la estabilidad financiera". La teoría es que, una vez los bancos estén liberados de los activos dañados, el dinero volverá a fluir.
De momento, se ha descartado la creación de un banco malo en Europa por la disparidad de características de los bancos. Así, se prevén uno o varios bancos malos por país. Estados como Holanda y Reino Unido estudian otros sistemas como garantías o avales de los créditos dañados.
Las cuestiones urgentes a resolver son: qué activos podrán ser adquiridos, a qué precio se deberán pagar, cuánto tiempo permanecerán en los bancos malos y en qué condiciones.
El temor a que determinadas ayudas puedan ser fuente de competencia desleal ha provocado una fuerte preocupación en algunos países. El vicepresidente segundo del Gobierno, Pedro Solbes, tras reiterar la salud de los bancos españoles, exigió que se establezcan controles durante todo el proceso y reducir las ayudas al mínimo. "No tiene sentido", dijo, "que los bancos que no tienen dificultades y no tienen que recurrir [a las ayudas] al final acaben en peor situación que los otros".
Las intervenciones públicas por parte de algunos países en defensa de sus bancos o sectores como el automóvil desencadenaron ayer fuertes críticas por parte de Mirek Topolanek, primer ministro de la República Checa, que ocupa la presidencia de turno de la UE. Topolanek acusó a "la mayoría de Estados que usan el euro" de "violar las reglas comunes con sus declaraciones y medidas prácticas".
Las palabras de Topolanek se interpretaron como una réplica directa a las manifestaciones de Nicolas Sarkozy, en las que condicionaba las ayudas de 7.800 millones de euros concedidas a los fabricantes de automóviles a que mantuvieran sus industrias en Francia y no se desplazaran a otros países como la República Checa. En su opinión, el mayor enemigo del euro es el proteccionismo y el individualismo con que algunos Estados de la zona euro están respondiendo a la realidad de la crisis.
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