Cuando las casas se empiezan por el tejado
Jóvenes arquitectos españoles demuestran que lo cabal y revolucionario puede comenzar por el final
Son muchos los jóvenes arquitectos españoles que han vuelto a la casa. Con gran dosis de realidad emiten su discurso desde proyectos pequeños y con ideas tan revolucionarias como cabales. Defienden que con nuevos materiales (ya sean industriales o agrícolas), bajos presupuestos y, fundamentalmente, buenas ideas, se puede cambiar la arquitectura. Tienen algo que decir y se resisten a que la vivienda sea una tipología básica reconvertida en capricho de ricos. Así, empiezan sus casas... por el tejado.
En Gaüses, un pueblo de Girona, Anna y Eugeni Bach (34 y 33 años) construyeron una vivienda con caña de río y 70.000 euros de presupuesto. Ni un céntimo más. El resultado es muy vistoso. Como un código de barras, la casa está pintada con rayas verdes y blancas para integrarse en el paisaje. Pero la pintura no se limita a ser una textura bonita, quiere también evitar que se vean las fisuras que, con el tiempo, agrietan inevitablemente el revoco pintado de las fachadas. Los Bach estudiaron con el paisajista Duncan Lewis, y tomaron nota de cómo hacer hermosa la arquitectura sostenible. Su casa recicla agua de lluvia y tiene un sistema de circulación de aire que, gracias a una doble cubierta, aísla la vivienda en verano y en invierno. Sin embargo, todo ese potencial formal y funcional se lo debe esta vivienda nada menos que a un tejado de uralita.
Los Bach tomaron nota de cómo hacer bella la arquitectura sostenible
Bailo dio la forma de un "tubo doblado" a una de sus viviendas
La normativa de la zona forzaba a construir las viviendas con una cubierta inclinada. Los arquitectos la inclinaron, pero no hacia los extremos como la tradicional cubierta a dos aguas. Ellos la volcaron hacia el centro, donde un canalón recoge el agua de lluvia y la vierte en un depósito. El resto es una vivienda de 90 metros cuadrados en la que casi todo es salón. Y vistas. Con dos dormitorios sencillos, un baño y una cocina pequeños y un bocado en una de las esquinas: la puerta-cristalera que, ampliada por el porche de caña, dibuja una casa casi, casi, flotante.
Otra cubierta ingeniosa, con vistas, inclinación y minigolf incluido, es la ideada por Manel Bailo y Rosa Rull en Igualada, a una hora de Barcelona. Cuando les encargaron diseñar la casa Godó, los arquitectos se toparon con un problema habitual: un terreno con un gran desnivel. Ese inconveniente suele llevar premio: las buenas vistas, pero exige de los arquitectos un trabajo esmerado que, en general, pasa por tratar de allanar la pendiente. Bailo y Rull no lo intentaron. No les interesó aplanar el terreno. Decidieron obedecerlo. Colocaron la casa como un palafito, sobre patas, y optaron por convertir la cubierta en un paseo, una terraza con vistas y campo de juegos. Así, inclinaron la cubierta para construir un recorrido externo que, como la propia vivienda, también asciende y desciende. Forrada de paneles de acero inoxidable la casa es "como un tubo doblado" apunta Bailo: nace de la roca de la montaña, forma un bucle y regresa a la roca. La cubierta, de materiales industriales y ambición ecológica, corona ese bucle. E invita a pensar que tal vez no sea alocado sino lógico empezar algunas casas por el tejado.
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