Crisis y crimen organizado
Hace unos días, la policía pegó una hoja mecanografiada a la entrada de los portales en un gran complejo residencial del centro de Pekín en el que vive un amigo. Los edificios albergan en su inmensa mayoría a chinos, a pequineses de toda la vida, así que el cartel estaba escrito únicamente en mandarín, a diferencia de lo que ocurre en los inmuebles en los que residen extranjeros, donde suelen estar también en inglés.
El papel reza: "Aviso a los residentes. En los dos últimos días ha sido detectada una banda de ladrones procedente de Guangdong [provincia del sur de China]. El más joven de los integrantes tiene sólo 11 años. Su modo de actuar es entrar en las casas en las que se han dejado abiertas las ventanas. Se advierte a los vecinos que las cierren cuando salgan de casa o cuando duermen, y que no abran la puerta a desconocidos". A continuación siguen los números de teléfono de la comisaría y del comité de barrio del Partido Comunista.
La crisis dispara el crimen organizado en China y amenaza la estabilidad social
La falta de trabajo forzará el retorno de 20 millones de chinos a sus pueblos
Se multiplican las protestas sociales por el paro y la corrupción
El aviso se colocó unos días después de que la prensa de Pekín anunciara que el Ministerio de Seguridad Pública ha creado un departamento para hacer frente al crimen organizado, en un momento en el que la ralentización económica está dejando a millones de personas sin trabajo. "En un futuro inmediato, las bandas van a seguir activas debido a que el país está experimentando cambios sociales y económicos drásticos", afirmó en la prensa un funcionario del Ministerio de Seguridad. "El crimen organizado se ha convertido en una amenaza para la estabilidad social y económica. Asesinato, violación, robo, secuestro, asalto. Se atreven a cualquier cosa", dijo. El informe dice que la policía vigilará posibles delitos derivados del incremento del paro por la crisis y prestará especial atención al juego, la prostitución y la producción y tráfico de drogas.
Según Liang Huaren, profesor en la Universidad de Ciencias Políticas y Derecho, el gran número de emigrantes despedidos y las desigualdades entre ricos y pobres han disparado la criminalidad.
Miles de empresas han cerrado en Guangdong, corazón de la industria exportadora, por la caída de la demanda extranjera; la ralentización podría forzar la clausura del 20% de sus fábricas, según algunos estudios, y hasta 20 millones de inmigrantes sin trabajo podrían verse obligados a retornar a sus pueblos en China.
El presidente, Hu Jintao, y su equipo se han comprometido a construir una "sociedad armoniosa" y reducir las desigualdades, pero la crisis está poniendo a prueba sus promesas, ya que ha multiplicado el número de protestas sociales, debido a la pérdida de ingresos que están experimentando muchas familias y a quejas tradicionales como la corrupción o las expropiaciones.
Que la banda de ladrones citada provenga de Guangdong puede ser casualidad. También puede serlo el que el aviso sobre su presencia haya sigo distribuido pocos días después de la creación del nuevo departamento policial. Pero ambas casualidades son un recordatorio de hasta qué punto la crisis afecta a la economía china y representa una seria amenaza para la estabilidad sobre la que China ha construido su extraordinario progreso las tres últimas décadas.
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