El ejemplo del 'secondo'
Ricardo Cabanas, el futbolista de Carral que juega en la selección Suiza
Nació en Zúrich, pero se siente de Carral. Defiende el escudo de la selección suiza de fútbol, pero también el de la gallega. Ante quienes esgrimen fronteras, distinguen entre razas o previenen sobre la inmigración, Ricardo Cabanas Rey relata su peripecia, la de un hijo de emigrantes de la parroquia de Barcia. No resulta complicado imaginar una historia similar protagonizada dentro de 30 años por un hijo de peruanos, chinos o nigerianos que mañana vea la luz en una maternidad gallega.
"En Suiza a la segunda generación de emigrantes nos llaman los secondos, así, en italiano", anticipa. Luego aclara que la etiqueta está desprovista de racismo. "A día de hoy en Suiza no existe ese sentimiento. En ese sentido es un país ejemplar. De pequeño creces con gente de tantas razas y religiones que aprendes a aceptar, a convivir y a entender", relata. Cabanas se puso la camiseta helvética en un Mundial y dos Eurocopas.
"Ahora para irme de Zúrich tendría que llegar una oferta muy buena"
"No sólo mi sangre, mi educación es española y también gallega"
En la última ejercieron de anfitriones con un equipo en el que compartían vestuario futbolistas con raíces en tres continentes y diez países diferentes: Turquía, Italia, España, Serbia, Bosnia-Hercegovina, Kosovo, Austria, Cabo Verde, Costa de Marfil y Colombia. "Suiza también tuvo sus problemas sociales y los ha superado. En ese sentido el fútbol es un factor muy importante".
Con todo, a Cabanas no se le escapa que sus padres no lo tuvieron fácil para salir adelante, que dejaron sus raíces para recalar en tierra extraña y allí darle a él y a su hermano -también futbolista aunque de menor éxito- la oportunidad de tener el futuro que no veían en la Galicia de finales de los 70. Su madre encontró empleo en una fábrica y su padre abrió un taller.
Ahora es director deportivo del Grasshopper, donde juega Ricardo y que en su día alguien definió como el Real Madrid suizo. "Les fue bien", apostilla Cabanas, cuya evolución personal y futbolística remonta a un chico educado en dos entornos. "No sólo mi sangre; mi educación es española y gallega. Mis padres siempre se hablaban en gallego y allí leemos prensa española, vemos los canales de televisión, se sigue la actualidad como si vivieras en Carral e incluso con más pasión porque la lejanía te ata más".
Cabanas comenzó a jugar al fútbol en un equipo de emigrantes llegados del otro lado de los Alpes y que tenía el previsible nombre de Juventus. Hace dos años se casó con una suiza de padres italianos, otra seconda. Con ella y con su hijo acaba de pasar el fin de año en Barcia, una cita a la que no falta desde hace diez años y que en las últimas temporadas aliña con la participación en el partido de la selección gallega. "Jugar en la selección gallega es un orgullo y siento que es también un ejemplo para animar a los jóvenes gallegos que viven en Suiza".
Los años pasan y los vínculos se difuminan. Es el peaje de la integración. Los mayores vuelven: "Mi madre lo hizo hace dos años y algunos de mis tíos también regresaron", apunta Cabanas, pero los jóvenes tienen su vida a 2.000 kilómetros. El Galicia, equipo de referencia en las competiciones de aficionados de Zurich, se retiró hace un año.
Y Cabanas, que cumple este año los treinta, 47 veces internacional, centrocampista de toque, apoyos en corto y buena visión de juego, ya hace tiempo que no sueña con jugar en la liga española. Pasó por el Guingamp, de la máxima categoría en la liga francesa, y por el histórico Colonia, de la Bundesliga germana, pero ni siquiera ha podido nunca enfrentarse a un equipo español. "No se me abrió esa puerta, pero sí otras como las de la selección suiza. Ahora para irme de Zúrich tendría que llegar una oferta muy buena".
Quizás su mejor época llegó un poco pronto, cuando los futbolistas españoles apenas salían el exterior ni seguían los deportes por parabólica. Pero Cabanas mira hacia atrás y no ve sombras: "Jugué muchos años por ahí y ahora la gente se da cuenta de que hay jugadores buenos en todos lados, pero no me quejo. Me ha ido bien".
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