"Regalo mi casa y me voy a cuidar cabras"
Los mármoles de las cocinas y escaleras de media Europa se extraen en las canteras de Novelda, un pueblo alicantino (25.000 habitantes). Al cobijo de la eclosión de la construcción, en la localidad floreció un potente sector marmolista que en su periodo más boyante llegó a contar con 7.000 trabajadores y un centenar de empresas.
Pero la crisis del ladrillo ha tenido un efecto dominó de devastadoras consecuencias: en el último año más de 2.000 personas han perdido su trabajo. El panorama es desolador. Unos buscan empleo, otros pretenden emigrar a cualquier otra parte. "Regalo mi piso, que paguen lo que falta de hipoteca y nos marchamos a cualquier sitio a cuidar cabras en el campo", asegura angustiado David Trigueros, de 34 años que desde los 17, sin terminar estudios, ha estado trabajando en el mármol con un salario medio de 2.000 euros al mes. Ahora tiene dos hijas pequeñas de siete y cuatro años, lleva 14 meses en el paro, ya no cobra desempleo (tienen acceso a una pequeña prestación de 500 euros), y una hipoteca de 407 euros que les asfixia. "Y encima el banco me llama cada semana para que pague la letra", se lamenta indignado. Su mujer está buscando trabajo por Internet "nos vamos donde sea antes que morirnos de asco".
La crisis del mármol se ha extendido como una mancha de aceite a decenas de pequeñas empresas. Éste es el caso de Tadeo Segura, un pequeño empresario que tenía cuatro camiones de gran tonelaje para transportar bloques de piedras de mármol. "He vendido dos, y tuve que despedir a los empleados". Segura también arremete contra los bancos: "No dan crédito y exigen ahora que pagues cuanto antes".

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