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Salcedo abre una guerra silenciosa contra la Brilat

"Cuando éramos pequeños, veníamos aquí a jugar. El juego consistía en escapar de los militares". Así recuerda Sergio, un joven de Salcedo (Pontevedra), sus correrías por los montes que lindan con el núcleo de San Julián y en los que se asienta la base General Morillo. La historia no ha cambiado tanto, aunque hoy ya no salen corriendo.

Cada fin de semana, vecinos y comuneros descontentos con los movimientos de tierra que Defensa realiza, recorren esta área forestal para controlar cambios. Esta misma semana detectaron la rotura de una canalización que surte los depósitos "con suministro para 600 personas". Alrededor de 30 se plantaron ayer en pleno monte con hachas y hoces a fin de "señalizar los yacimientos de agua". "No estamos contra el Ejército", decían, pero la ampliación del perímetro de seguridad ha colmado el vaso.

Esta semana iniciarán los trámites para impugnar la directiva de la comunidad de montes de Salcedo y reclamar los 2,5 millones de metros cuadrados ocupados por los militares y que "pertenecen a los comuneros". A ellos les dejan, en cada visita, un recado silencioso. Ya han plantado más de un centenar de eucaliptos allí donde la Brilat abrió la tierra, "pero está todo arrasado otra vez". "No lo van a respetar, no sirve de nada, pero es nuestra forma de protestar". Los alambres de espino con los que se arañaba Sergio están arrancados para remarcar las excavaciones. "Esta guerra la libraron nuestros abuelos y queremos resolverlo para nuestros hijos", dice el portavoz de los afectados, Fernando Pintos.

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