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Reportaje:EL RINCÓN

Pionero del cine hecho pintura

Desde hace cinco años, José Antonio Sistiaga (San Sebastián, 1932) cruza cada mañana el puente fronterizo de Hendaya para trasladarse a la capital guipuzcoana, en donde trabaja más de media jornada. Ubicado en el barrio de Antiguo Berri, el amplio taller con paredes de ladrillo y media docena de grandes óleos colgados pertenece a unos amigos y curiosamente se encuentra a escasos cincuenta metros de la casa donde vivió su niñez, mientras su padre y su tío padecían las cárceles de la posguerra: "Fui vacunado muy joven contra el mundo eclesiástico y militar". En gran parte de su obra, enrollada o estratégicamente desplegada por el suelo de cemento, resaltan esos desiguales trazos de colores, expuestos a los caprichos cambiantes de la iluminación de esta lonja reconvertida en lugar artístico, casi en un "santuario". Aquí están: Cosmos/Océano, Puerta a la noche o La sortie au jour (homenaje a Maurice Ravel). "Aquí nadie hace caso al gran músico vasco", comenta enfadado Sistiaga. Sus gigantescos lienzos contrastan con la obra expuesta en dos enormes mesas rústicas de trabajo, en donde metros y metros de celuloide pintado muestran su labor más sorprendente. Es el salto a los extremos; desde sus gigantescos lienzos a sus diminutos fotogramas de cuatro centímetros cuadrados que han sido pintados con sorprendente minuciosidad. Éstas son algunas de sus películas galardonadas en numerosas muestras internacionales, y desde que obtuvo en 1968 su primer premio en el Festival de Cine Experimental de Bilbao. Entonces, la sorprendida crítica ya adelantó que Sistiaga había revolucionado el lenguaje cinematográfico. Sobre esa amplia mesa, y a veces con la ayuda de una lupa, el autor nos muestra algunas de ellas como: Impresiones en la alta atmósfera, En un jardín imaginado o Han (homenaje a Jorge Oteiza). Acaba de regresar de Buenos Aires, París y Badajoz, donde ha presentado su cine. Enérgico, de mirada penetrante, comunica rápido comiéndose las palabras, mientras gesticula con sus manos fibrosas y finas, castigadas por tantas horas de arte. Demuestra una memoria sorprendente y toma como testigo a sus obras repartidas por el taller, sin olvidar la dura crítica a las autoridades vascas, a las que acusa de estar alejadas de los "pioneros" del arte contemporáneo de Euskadi. "No hay nada más patético que la arrogancia de un consejero de Cultura", insiste. Dentro de unas semanas volverá a París, en donde compartirá una muestra en el centro Pompidou con conferencias y proyecciones en al Cinémathéque Française. "De vez en cuando es necesario respirar aire fresco".

El artista José Antonio Sistiaga, en su estudio de San Sebastián.
El artista José Antonio Sistiaga, en su estudio de San Sebastián.JESÚS URIARTE

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