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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

El 'milagro Matute'

"Nací cuando mis padres ya no se querían". Con esta frase tan rotunda y desoladora empieza Paraíso inhabitado, la nueva novela de Ana María Matute. Ana María Moix la comparó ayer a las primeras palabras de novelas como Ana Karenina y La metamorfosis. Lleva pocas semanas en las librerías y ya bate récord de elogios. Ahora la crítica es unánime; no lo fue, por ejemplo, con la espléndida Olvidado Rey Gudú o con Aranmanoth. Los que nunca fallan a la Matute son los lectores. Ayer, desbordaron la sala de actos de la FNAC El Triangle; muchos jóvenes; los que no encontraron asiento se quedaron de pie; casi todos con el libro en la mano, formaron luego una larga cola para que se los firmara.

"He escrito este libro como si fuera el último. Como si fuera a morir mañana", dice la autora

"He escrito este libro como si fuera el último. Como si me fuera a morir mañana", dijo la escritora, de 82 años, y dejó a la audiencia con el corazón en un puño. Pero rápidamente matizó. "Me pasó lo mismo con Olvidado Rey Gudú. Lo que pasa es que doy en cada libro todo lo que tengo, como si fuera el último". Más tarde y, ante la insistencia de algún lector que no se conformó, admitió que sí tenía ya una idea que le rondaba la cabeza.

"Esta novela es un gemido de pena por la falta de comunicación entre los seres humanos. Es una llamada con la esperanza de ser oída, de que sepamos ponernos en la piel del otro. No siento ningún orgullo de pertenecer a la especie humana. Tengo grandes amigos y no todo el mundo es malo, pero no siento orgullo de una sociedad de incomunicación, de soledad, de crueldad, porque los humanos son más crueles que los animales porque son más inteligentes", añadió.

Paraíso inhabitado (Destino) transcurre en los años treinta, durante la II República, en Madrid. Narra la historia de Adriana, esa niña que nació a destiempo, cuando sus padres ya no se querían. Una niña que creció en soledad, más cerca de Tata María y de la cocinera Isabel que de sus hermanos y padres, una niña que no hablaba ni sonreía y que se creó su propio mundo frente al de los Gigantes (los adultos). "Uno de mis recuerdos más lejanos se remonta a la noche en que vi correr al Unicornio que vivía enmarcado en la reproducción de un famoso tapiz", escribe en la novela. Adriana tenía entonces unos cinco años. El choque definitivo con los Gigantes ("lejanos, impredecibles y un poco ridículos") se produjo en su primer día de colegio, donde primero fue considerada rara y luego mala.

"Es la novela sobre la adolescencia que más me ha impactado", dijo la escritora Ana María Moix que, con el poeta Pere Gimferrer, acudió a la FNAC a transmitir su entusiasmo por Paraíso inhabitado".

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Moix recordó sus anteriores novelas, La torre vigía, Olvidado Rey Gudú y Aranmanoth. "Se dijo de ellas que Matute se inventaba un mundo ubicado en la Edad Media, un mundo de fantasía, en una geografía vaga, en viaje casi sin retorno. En el fondo, latía lo que siempre ha preocupado a la escritora: los graves problemas del ser humano. De Paraíso inhabitado se dice ahora que es un regreso al mundo de la infancia, pero Matute nunca se ha movido de esa infancia muy peculiar. Sus niños son, como ella misma, definitivos".

Gimferrer analizó la extensa y sólida obra de Matute y destacó la sobriedad estilística de Paraíso inhabitado, "la transparencia de su castellano". El lector no percibe el "utillaje estilístico y se crean unos vasos comunicantes entre el personaje, la autora y los lectores". De ahí viene su fascinación. "Matute logra el milagro de la sencillez a la vez que el de la profundidad. Es totalmente única".

"Ana María y Pere han dicho tantas cosas de mis libros que yo no sabía que me produce una sensación muy reconfortante", concluyó la escritora.

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