Una carrera envuelta en secretos
La muerte de Pascal Terry ha hecho que la organización cierre filas para afrontar las críticas
Zafarrancho de combate en el campamento del Dakar. Los casi 40 miembros de la Amaury Sports Organization (ASO), la empresa promotora de la carrera, y los subcontratados que siguen la caravana del rally, se han mantenido en alerta los últimos tres días. El misterio que rodea las circunstancias de la muerte del motorista francés Pascal Terry -la autopsia confirmó que había sufrido un paro cardíaco provocado por un edema pulmonar debido a una cardiopatía preexistente-, ha provocado que la cúpula de ASO cierre filas de forma casi hermética.
Una vez que termina cada etapa, Etienne Lavigne, el director del Dakar, se acerca a la carpa de prensa itinerante. Allí le recibe Emilie Poucan, la encargada de los medios desplazados, que le ofrece un dossier con todo lo que se ha publicado sobre el Dakar ese día, sobre todo en Francia, Suramérica y España. Estos últimos tres días, cada vez que ha repasado el eco que tiene su carrera en el mundo, a Lavigne se le llevaban los demonios.
La forma en que ASO ha gestionado la información ha generado la polémica
"Lavigne no entiende que medios invitados por el Dakar carguen con dureza contra él"
La forma en que ASO ha gestionado la información acerca del fallecimiento del francés, y el amago que hizo de exculpar a su empresa -"la organización es responsable de la seguridad de los participantes durante la etapa, pero una vez estamos en la siguiente, le corresponde a la autoridad de cada localidad velar por ellos", dijo el francés-, han provocado una tormenta. La prensa suramericana entró a saco, e incluso L'Equipe y Le Parisien, dos diarios franceses que forman parte del entramado de empresas de ASO, les machacó. Lo que ocurre es que Lavigne y los periodistas desplazados no tienen la misma perspectiva del problema.
"Ettiene no entiende que haya medios informativos que estén cubriendo el Dakar, invitados por la organización, y ahora carguen con tanta dureza contra él", afirman desde ASO. La madrugada que se descubrió el cuerpo de Terry, el PC Organisation, el camión de los secretos, echaba chispas. En su interior hubo una reunión al más alto nivel, desde las tres hasta las seis. La cúpula de la organización apenas durmió.
"A la mañana siguiente nos reunieron y nos apretaron las tuercas a todos", recuerda uno de sus miembros. Todos están advertidos: si no aguantan la presión, deben ir a ver a su director, hacer las maletas y volver a casa.
En la división de ASO que sigue la carrera hay una telaraña que fiscaliza la información y la filtra entre su pirámide estructural, de más a menos, en función del cargo de cada uno. Lavigne lo sabe todo. Gregory Murac, el jefe de seguridad, y David Castera, el director deportivo, no tienen acceso a tantos datos. Y la cadena desinformativa sigue en orden descendente hasta llegar a los voluntarios, que solo ejecutan las órdenes que reciben.
Con la muerte de Terry, en el campamento se vivieron escenas un poco surrealistas. La mañana siguiente a encontrarse el cadáver del motorista, Lavigne reunió a los medios informativos, leyó el comunicado oficial y se limitó a relatar la cronología de lo sucedido. Al día siguiente, visiblemente cabreado por lo que leyó en el periódico argentino La Nación -publicó el resultado de la autopsia antes que ASO-, organizó dos ruedas de prensa improvisadas, una en francés y otra en español, en las que no aceptó ninguna pregunta. No dijo nada. El fuerte de Lavigne no es el elemento comunicativo. Él entró en ASO de la mano de Gilbert Sabine, el padre de Thierry, creador de la prueba, en 1992. En 2004 pasó a ser el jefe de logística de todos los eventos de la empresa, como el Tour de Francia o el Abierto de Francia de golf. Y en 2006, tras la marcha de Patrick Zaniroli, promocionó a director del Rally Dakar. "Es un líder, pero en momentos delicados como los que hemos vivido estos días, no transmite calma, que es lo que se requiere, y pone en alerta a todo el mundo", conviene una persona cercana a él.
Con todo, Yan Le Moenner, director general de ASO, llegó ayer a Valparaíso (Chile) para ver qué puede hacer para tratar de enderezar un poco la situación, y que la imagen de este Dakar tan especial mejore.
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