El último viaje de las maletas
30 millones de usuarios usan la terminal
De los más de 52 millones de pasajeros del aeropuerto de Barajas, un 26% usa el metro para llegar a las terminales. Cuatro de cada seis viajeros van a la T-4, cuya estación les recibe en un pasillo de pilares de hormigón, sin colorines ni fruslerías arquitectónicas. En estas bambalinas del décimo aeropuerto del mundo se encuentra la sala donde duermen las maletas extraviadas y los objetos olvidados en los aviones.
Reclamación de Equipajes es una anodina oficina con un mostrador de atención al público. Nada especial, salvo que los armarios tienen carteles impresos con los siete días de la semana. En el del lunes hay cuatro pares de gafas de vista cansada, un móvil, un plumier, un paraguas, una rebeca y varios libros, entre ellos la biografía de Barack Obama, presidente electo de Estados Unidos. "Aquí no se tira nada", dice Julia Mateos, "sólo si huele mal o se estropea, como el camembert o la ensaimada". Por lo visto, la gente pierde muchas ensaimadas. También muchos carritos de bebé. Julia ha guardado de todo: dentaduras postizas, medias, sujetadores, manojos de bastones del Camino de Santiago, tendederos, escobas. "La gente viaja con un montón de cosas raras..., lanzas, por ejemplo". Entre los despistes más comunes, llevarse el ordenador portátil del de al lado. "Como todas las bolsas son iguales...". Un consejo de experta: "Cuanto más especial sea una maleta, más fácil será encontrarla". Otro: "Rellenar siempre la etiqueta del nombre y, por si acaso se cae, meter un folio dentro de la maleta con un número de teléfono; en algún momento del proceso, alguien contactará con el dueño".
El "proceso" es largo y complicado porque el equipaje podría estar en cualquier aeropuerto del mundo, en un mar de 42,4 millones de maletas perdidas entre los 2.250 millones que se facturan al año en el planeta. "La investigación es lo más bonito de este trabajo", dice Julia: "Las maletas hablan". Aun cerradas, le dicen, por ejemplo, sólo por el modelo, si su dueño es una mujer mayor o un militar. Si después de meses no hay pistas, la Guardia Civil las abre, hace lotes con su contenido y el Ministerio de Fomento los subasta. Sólo el 2% de los 100 extravíos que llegan aquí en un día normal acaban subastados. Para entonces el dueño preferirá no saber cómo huele aquella maleta en la que guardo, con las prisas, un bañador medio mojado.
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